Juan Leiva
19/08/2008 - ABC COLOR
Con la asunción del nuevo gobierno, de nuevo surge el tema de la famosa reforma universitaria, cuyo proceso debe contemplar aspectos, de entre otras cosas; la formación de profesores, perfil del alumnado, instalaciones o infraestructuras de las universidades, etc. Mi preocupación versa principalmente sobre el primero de los puntos mencionados, a partir de una situación anecdótica por la que me tocó pasar la semana pasada en una biblioteca pública. Se presenta una persona y pregunta al responsable por la atención al público acerca de la existencia o no de un material sobre un determinado tema, ya que esa noche tenía que “dar clase en la facultad”. Cuando el personal de la biblioteca le pregunta sobre algún autor específico, el otro responde que “no sabe”. Simplemente quería llevar “algún libro sobre ese tema”. Se hace imperiosa que la tan mentada “reforma universitaria” disponga la EVALUACION PERIODICA DE PROFESORES. Estamos tan acostumbrados a “profesores” con increíble capacidad de memorizar textos enteros, sin tener la menor idea de lo que están “recitando”. En muchos casos estos profesores hasta contraen nupcias con un determinado libro o autor, con una fidelidad increíble, incluso con la edición más antigua del texto publicado. Esa situación hace que estos “profesores universitarios” se encuentren imposibilitados a contrastar ideas de varios autores acerca de un mismo asunto, lo que a su vez incide definitivamente a que puedan g e n e r a r conocimiento. Además, la principal herramienta de trabajo del docente universitario es el libro, acompañado siempre de revistas técnicas actualizadas. Se hace imperioso contar con un mecanismo de evaluación de nuestros docentes universitarios, tanto en universidades públicas y privadas, a efectos de no seguir estafando a nuestros jóvenes.
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