Por Silvia PMG
Decía Ryszard Kapuscinski que para ser buen periodista, se necesita en primer lugar, ser buena persona. Es bien excluyente el concepto, pero lastimosamente, no es vinculante. De hecho, si lo fuera, algunas redacciones estarían sin cabezas y otros miembros.
Eso lo volvimos a comprobar con unos colegas de un medio digital, cuando días atrás, nuevamente fueron azotados con el mismo látigo: el plagio. Y luego de ello, con el “castigo” de los plagiadores por la osadía de un pedido ciudadano de perdón.
Extrañamente, todavía existe gente capaz de creer que en la Era de la Información y la Tecnología, un robo autoral pasará desapercibido. Hace falta sólo una inteligencia limítrofe para magnificar el riesgo y costo al que se expone y le somete al medio en que trabaja.
Pasa que para la lógica de una persona normal, el error humano muy es posible; por ello, la solución inmediata y más racional, es simple: pedir perdón. Admitir el error y retomar el correcto camino.
El único condicionamiento para evolucionar, entonces se define: la humildad.
Quizás sea ese el obstáculo que estos periodistas en particular, siguen teniendo para alcanzar el tan deseado respeto público. Porque a pesar de contar con un poderoso multimedio, recursos humanos y técnicos, ninguno de ellos logró ser–si no respetable- al menos reconocido públicamente. La intrascendencia los marcó; y tan profundamente, que llegaron a la megalomanía. Megalomanía rancia y contagiosa por el delirio de creerse en verdad un “Cuarto Poder”.
Es que así fue como la Prensa en sí fue quedándose sola. Así fue como tal vez no se percataron de que incluso, hace tiempo excluyeron a la ciudadanía de la relación Medios-Estado. Y ante todo, muy lejos de sus clichés y la verdad; la ciudadanía ya no se ve reflejada en ellos.
Ladrón juzga por sí. Una de las características de ese tipo de periodismo, es el “todo vale”. La competencia salvaje con la que viven unos contra otros pero sin evolucionar ninguno. Es por ello que el periodista sin ética, piensa que todos son de su condición.
Sin embargo, al otro lado de la vereda; en la de la comunicación ciudadana, en páginas, blogs, canales, y redes, la Social Media afianza su imperio de unos y ceros sin discriminaciones. ¿La diferencia abismal?: El poder del pensamiento web 2.0 radica en difundir, democratizar, compartir el conocimiento. Solidaridad. No hay lugar para los miserables.
A los medios que plagiaron a Mike Silvero, les llegaron e-mails de repudio con una sola frase: “PERIODISTAS SIN ÉTICA: Pidan Perdón” y el link en donde el autor exponía sus vergüenzas. Así fue como el impacto provocado por la manifestación en Internet -pacífica, masiva y sostenida- a favor de las víctimas de Última Hora Digital y Agencia ANSA, descolocó a la prensa vieja y amanecida. Nunca pidió perdón, es más, lo negó. Hizo entonces lo que sí sabe: agredir.
Quizás la vulgaridad de insultar, calumniar y amenazar en espacios obsoletos como “Cuarto Oscuro”- propios de una generación llena de vicios-, funcione con sus pares o gente muy ignorante. Pero la ciudadanía común, en muy buena parte ya no come vidrio.
A pesar de la soberbia y el orgullo que les impidió pedir perdón a la ciudadanía por la falta de ética y humanidad; con esta iniciativa ciudadana debió quedarles mínimamente en limpio:
- Que el periodismo necesita una purga. Urge encontrar buenas personas.
- Los estudios básicos de periodismo ya no son suficientes. La educación dura toda la vida.
- Que la opinión pública ya no necesita de la prensa para transformarse en poder real
- Que lo importante no es la espectacularidad; si no el poder de instalar el mensaje
- Que la comunicación es un Derecho Humano; por ende, el ejercicio del periodismo es un derecho de todos. - Que la humildad es patrimonio exclusivo de los magnánimos.
- Y que ante todo, en el mundo donde vive la gente digna; siempre se estará a tiempo de pedir perdón.
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