Embajador de Francia en Paraguay
Fuente: http://www.ultimahora.com/notas/339108-A-doscientos-anos-del-14-de-julio-1810-en-Asuncion
Hace exactamente 200 años, el 14 de julio de 1810, los habitantes de lo que todavía era la provincia de Paraguay no estaban celebrando la toma de la Bastilla, ni festejando la excelente actuación de su equipo nacional de fútbol, ni comentando las dificultades del arbitraje. Los principales ciudadanos se estaban preparando para participar en la Junta de Gobierno convocada conjuntamente por el Cabildo de Asunción y el Gobernador-Intendente Bernardo de Velasco.
Dicha Junta de Gobierno tenía que celebrarse el 4 de julio, pero, debido a la dificultad de hacer llegar las invitaciones a las demás villas de la Provincia, fue pospuesta para el 24 de julio. Pocos días antes, había llegado a Asunción un emisario de la Junta Provisional Gobernativa de Buenos Aires, informando que el Virrey había sido depuesto y pidiendo fidelidad a las nuevas autoridades autoproclamadas.
Las noticias procedentes de España señalaban que el Rey Carlos IV había abdicado en favor de su hijo Fernando Séptimo; que, luego, bajo la presión francesa, éste había devuelto el poder a su padre, quien lo había entregado al hermano del Emperador de Francia; que, últimamente, las tropas leales a Fernando Séptimo habían sido derrotadas por las tropas napoleónicas. A pesar de la confusión, todo indicaba que en España se estaba produciendo una situación de vacío de poder.
Sin embargo, la reunión del Cabildo Abierto de Asunción, el 24 de julio 1810, resolvió proceder con mucha circunspección respecto a la Junta Gobernativa de Buenos Aires, y más bien reafirmar la lealtad a un Rey desposeído del poder real. De hecho, como bien lo recuerdan los historiadores, la Junta Suprema Central española, fiel a Fernando Séptimo, había decidido a principios de 1809, en un esfuerzo tardío para consolidar su poder, integrar por primera vez a los representantes de los Cabildos de ambas márgenes del Atlántico. Con esta decisión, escribe un historiador español, se promovió en las provincias la idea de representación, con lo cual se entendía que cada una de dichas jurisdicciones poseía una parcela de la soberanía, que, junto con las otras parcelas, constituía la soberanía española, por medio de una monarquía federada. Esa institución original, creada cuando el Rey ya no ejercía el poder, significaba un cambio importante de paradigma: el soberano ya no era el Rey, por derecho incuestionable, sino que era el pueblo español diseminado de ambos lados del Océano. Y el monarca no era más que el depositario de la soberanía, suma de las parcelas de soberanía en posesión de los cabildos a través del reino.
Cabe aquí subrayar que este nuevo paradigma, que situaba la fuente de la soberanía en el pueblo, que definía al pueblo como único soberano legítimo, y que reducía la figura del gobernante (monárquico o democrático) a la dimensión de un depositario de la soberanía inalienable del pueblo, había sido formulado por primera vez por Jean-Jacques Rousseau, en su Contrato Social, una de las obras que más habían inspirado la Revolución Francesa.
Inventada para contrarrestar la "usurpación" napoleónica, la nueva Junta Central Suprema española se inspiraba en una doctrina de la Ilustración francesa.
En Paraguay, la decisión de enviar un diputado a esta Junta se había tomado el 4 de agosto del 1809. Gaspar Rodríguez de Francia, gran lector de J. J. Rousseau, había sido electo diputado de la Provincia del Paraguay, al concluir una sesión del Cabildo en presencia del gobernador intendente, representante de la corona española, Bernardo de Velasco. Dos años después, él escribiría la famosa Nota del 20 de julio de 1811, donde se podrán leer estas frases que constituyen la verdadera declaración de la independencia paraguaya: "No es dudable que abolida o deshecha la representación del poder supremo, recae éste o queda refundido naturalmente en toda la nación. Cada pueblo se considera entonces en cierto modo participante del atributo de la soberanía y aún los ministros públicos han menester su consentimiento o libre conformidad para el ejercicio de sus facultades. De este principio tan importante (...) se deduce que, resumiendo los pueblos sus derechos primitivos, se hallan todos en igual caso y que igualmente corresponde a todos velar por su propia conservación. (...) Se engañaría a cualquiera que llegase a imaginar que la intención (de la nueva Junta de Gobierno paraguaya) había sido entregarse al arbitrio ajeno y hacer dependiente su suerte de otra voluntad. En tal caso nada más habría adelantado (...) que el cambiar unas cadenas por otras y mudar de amo".
Mucho se ha escrito, y con razón, sobre la influencia de las ideas de Rousseau en este texto. Pero me parece más oportuno subrayar las diferencias, lo que hace de este texto algo distinto, y en este entonces muy novedoso: si bien, para Rousseau y la Revolución Francesa, "los hombres nacen libres e iguales en derecho" y de su libre asociación surge el pueblo soberano, Gaspar Rodríguez de Francia modifica los términos: y, de su texto, se entiende que los pueblos son libres e iguales en derecho. Aquí se está formulando un tema nuevo, que Rousseau no había visto, y que se volverá la base de la Carta de las Naciones Unidas un siglo y medio más tarde: el derecho de libre autodeterminación de los pueblos y de la igualdad de los pueblos ante el derecho internacional. Pero también, sea dicho de paso, por esta sustitución, Gaspar Rodríguez de Francia hace desaparecer el tema de la igualdad de derecho de los hombres.
En julio de 1810, como ya lo dije, en Paraguay no se conmemoraba la caída de la Bastilla. Pero sí se estaba inspirando en ella, en los pensadores de la ilustración que la habían preparado, para forjar las herramientas de la lucha independentista del Paraguay.
Conscientes del hermanamiento profundo, substancial, entre los procesos políticos respectivos de la República francesa y la República del Paraguay nacientes, una importante delegación de ocho senadores franceses vendrá, en el mes de setiembre de este año, para rendir homenaje al pueblo paraguayo en los albores del bicentenario de su independencia.
Viva el Paraguay
Viva Francia,
Viva la amistad franco-paraguaya.
Dicha Junta de Gobierno tenía que celebrarse el 4 de julio, pero, debido a la dificultad de hacer llegar las invitaciones a las demás villas de la Provincia, fue pospuesta para el 24 de julio. Pocos días antes, había llegado a Asunción un emisario de la Junta Provisional Gobernativa de Buenos Aires, informando que el Virrey había sido depuesto y pidiendo fidelidad a las nuevas autoridades autoproclamadas.
Las noticias procedentes de España señalaban que el Rey Carlos IV había abdicado en favor de su hijo Fernando Séptimo; que, luego, bajo la presión francesa, éste había devuelto el poder a su padre, quien lo había entregado al hermano del Emperador de Francia; que, últimamente, las tropas leales a Fernando Séptimo habían sido derrotadas por las tropas napoleónicas. A pesar de la confusión, todo indicaba que en España se estaba produciendo una situación de vacío de poder.
Sin embargo, la reunión del Cabildo Abierto de Asunción, el 24 de julio 1810, resolvió proceder con mucha circunspección respecto a la Junta Gobernativa de Buenos Aires, y más bien reafirmar la lealtad a un Rey desposeído del poder real. De hecho, como bien lo recuerdan los historiadores, la Junta Suprema Central española, fiel a Fernando Séptimo, había decidido a principios de 1809, en un esfuerzo tardío para consolidar su poder, integrar por primera vez a los representantes de los Cabildos de ambas márgenes del Atlántico. Con esta decisión, escribe un historiador español, se promovió en las provincias la idea de representación, con lo cual se entendía que cada una de dichas jurisdicciones poseía una parcela de la soberanía, que, junto con las otras parcelas, constituía la soberanía española, por medio de una monarquía federada. Esa institución original, creada cuando el Rey ya no ejercía el poder, significaba un cambio importante de paradigma: el soberano ya no era el Rey, por derecho incuestionable, sino que era el pueblo español diseminado de ambos lados del Océano. Y el monarca no era más que el depositario de la soberanía, suma de las parcelas de soberanía en posesión de los cabildos a través del reino.
Cabe aquí subrayar que este nuevo paradigma, que situaba la fuente de la soberanía en el pueblo, que definía al pueblo como único soberano legítimo, y que reducía la figura del gobernante (monárquico o democrático) a la dimensión de un depositario de la soberanía inalienable del pueblo, había sido formulado por primera vez por Jean-Jacques Rousseau, en su Contrato Social, una de las obras que más habían inspirado la Revolución Francesa.
Inventada para contrarrestar la "usurpación" napoleónica, la nueva Junta Central Suprema española se inspiraba en una doctrina de la Ilustración francesa.
En Paraguay, la decisión de enviar un diputado a esta Junta se había tomado el 4 de agosto del 1809. Gaspar Rodríguez de Francia, gran lector de J. J. Rousseau, había sido electo diputado de la Provincia del Paraguay, al concluir una sesión del Cabildo en presencia del gobernador intendente, representante de la corona española, Bernardo de Velasco. Dos años después, él escribiría la famosa Nota del 20 de julio de 1811, donde se podrán leer estas frases que constituyen la verdadera declaración de la independencia paraguaya: "No es dudable que abolida o deshecha la representación del poder supremo, recae éste o queda refundido naturalmente en toda la nación. Cada pueblo se considera entonces en cierto modo participante del atributo de la soberanía y aún los ministros públicos han menester su consentimiento o libre conformidad para el ejercicio de sus facultades. De este principio tan importante (...) se deduce que, resumiendo los pueblos sus derechos primitivos, se hallan todos en igual caso y que igualmente corresponde a todos velar por su propia conservación. (...) Se engañaría a cualquiera que llegase a imaginar que la intención (de la nueva Junta de Gobierno paraguaya) había sido entregarse al arbitrio ajeno y hacer dependiente su suerte de otra voluntad. En tal caso nada más habría adelantado (...) que el cambiar unas cadenas por otras y mudar de amo".
Mucho se ha escrito, y con razón, sobre la influencia de las ideas de Rousseau en este texto. Pero me parece más oportuno subrayar las diferencias, lo que hace de este texto algo distinto, y en este entonces muy novedoso: si bien, para Rousseau y la Revolución Francesa, "los hombres nacen libres e iguales en derecho" y de su libre asociación surge el pueblo soberano, Gaspar Rodríguez de Francia modifica los términos: y, de su texto, se entiende que los pueblos son libres e iguales en derecho. Aquí se está formulando un tema nuevo, que Rousseau no había visto, y que se volverá la base de la Carta de las Naciones Unidas un siglo y medio más tarde: el derecho de libre autodeterminación de los pueblos y de la igualdad de los pueblos ante el derecho internacional. Pero también, sea dicho de paso, por esta sustitución, Gaspar Rodríguez de Francia hace desaparecer el tema de la igualdad de derecho de los hombres.
En julio de 1810, como ya lo dije, en Paraguay no se conmemoraba la caída de la Bastilla. Pero sí se estaba inspirando en ella, en los pensadores de la ilustración que la habían preparado, para forjar las herramientas de la lucha independentista del Paraguay.
Conscientes del hermanamiento profundo, substancial, entre los procesos políticos respectivos de la República francesa y la República del Paraguay nacientes, una importante delegación de ocho senadores franceses vendrá, en el mes de setiembre de este año, para rendir homenaje al pueblo paraguayo en los albores del bicentenario de su independencia.
Viva el Paraguay
Viva Francia,
Viva la amistad franco-paraguaya.
2 comentarios:
Me emociona cada vez que personas entendidas como este Embajador frances, descolla su formacion y emblema de estudioso de nuestra historia, y por otrolado me da pena tanta ignorancia de las autoridades nuestras, comenzando de los docentes a quienes le sobran orejas para opinar a veces por cosas que no tienen la más mínima idéa, YA BASTA ESCUCHAR REBUZNOS EN LAS CLASES, LO MISMO DE SIEMPRE DESDE HACE UN CUARTE DE SIGLO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
A ver si nos olvidamos del mundial, del chat y del pulpo chanta, y comenzamos a leer gente je je je
Publicar un comentario