Escribe: Ricardo Steimberg
chachoriste@hotmail.com
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(¿Existirá realmente?)
Días pasados, un muy buen amigo y aventajado estudiante de periodismo, me invitó al espacio radial que tiene en la emisora de la UNE de Ciudad del Este. Es allí donde él realiza sus acostumbradas prácticas radiofónicas, como parte de la enseñanza integral que recibe.
El motivo por el cual fui convocado por mi amigo a dicha emisora, era debatir sobre la Ética Periodística, que es una de las materias más urticantes y espinosas de estudio. Este elemento indispensable dentro del quehacer de esta sacrificada y arriesgada profesión, ha caído en el olvido o perdido su vigencia como el carnaval o las fiestas de San Juan.
No pretendo contar todo lo que allí dije, pero sí resaltar algunos conceptos que me parecen muy interesantes compartir, a fin de aclarar ideas, que pueden prestarse a confusión. Lo primero que hice fue explicar, que soy simplemente un escritor y no un periodista, a pesar que recorro constantemente casi todas las redacciones regionales y las más importantes emisoras radiales de Ciudad del Este.
Luego acoté las funciones, diciendo que un periodista tenía que informar de una noticia, así como la veía, sin agregar adjetivos calificativos subjetivos ni elementos que no pudiera comprobar con certeza. Posteriormente procesar la información dándole una forma coherente y en un lenguaje de fácil entendimiento para todos y finalmente difundirla.
Otra de las filosas preguntas decía que, al periodista siempre se le reprocha por su crítica y que nunca aporta soluciones. A lo que respondí que a los reporteros se les paga por informar, que para lo otro había gente especializada (¿?) en el gobierno, al cual se le abona varios sueldos mínimos, cosa que un trabajador de prensa, siendo “derecho”, apenas araña un sueldo mínimo y medio, y con mucho viento a favor.
Me pidió entonces que defina a la profesión, a lo que respondí irónicamente, que según yo lo veía: “el periodismo era la manera más divertida de morirse de hambre”. Mi amigo me agradeció mucho en nombre de todos los estudiantes y en el suyo propio, por darle tanto aliento, cuando recién están promediando la carrera.
Sin dejarme respirar, me tira a quemarropa otra simpática e irritante pregunta. ¿Existe la ética periodística? A lo que respondo: “Por lo que pude observar, en los pocos años que estoy en los medios, se me hace que es como el “sándwich de cerveza”. Algo que en realidad no existe”.
Abrió grande sus ojos, como dos huevos fritos. Pero nosotros estamos cursando una materia llamada Ética Periodística. Ya sé, le contesté. También en la Facultad de Derecho se enseña leyes y decime, ¿Quién las respeta? Igual que ustedes aprenden Ética y sin embargo, en todo el aparato judicial la gran mayoría de sus componentes tienen denuncias por corrupción. Hasta el presidente del Congreso es un evasor impositivo.
La facultad es como tu casa. De una forma u otra estás en una burbuja aséptica sin ningún tipo de contaminación y de pronto el reloj cronológico dice que ya sos un adulto. Cuando cruzás la puerta, te encontrás con una realidad muy distinta a la que te enseñaron. Por lo que tenes que comenzar un nuevo aprendizaje, que consiste en adaptar lo aprendido y aplicarlo a un tipo de vida hostil y diferente, del cual ni te imaginabas…, ejemplifiqué.
No bien terminé de acomodarme, en mi butaca, luego de un tema musical, me ametralla con: don Ricardo, ¿Qué opina sobre las radios piratas? Lo miro fijamente y con una mueca más que una sonrisa le respondo: ya te dije antes que las leyes están de florero en este país, por lo tanto, según mi punto de vista, no existe tal diferencia en radio legal o radio pirata.
Vi que mi amigo apretó con fuerza, los apoyabrazos de su butaca, se echa para atrás y respira profundamente: ¿Por qué lo dice don Ricardo? Resulta que existen leyes y disposiciones que las emisoras deben obedecer, dije pausadamente; sin embargo solo los medios más grandes de Asunción, las respetan y hasta por ahí nomás.
En el interior es pura letra muerta. Los dueños de los medios no quieren pagar sueldo. Entonces uno mismo debe salir a la calle para hacérselo. Esto es una verdadera aberración. Por lo tanto no existe el famoso riesgo empresario. Con esto evaden IPS y los beneficios sociales adicionales. Nunca se les ocurre pagar APA, a pesar que dicen de boca para afuera, que aman a la música paraguaya, a sus músicos y poetas.
Tampoco sus equipos cumplen todas las normas de CONATEL. Como por ejemplo, tener al transmisor en el mismo terreno que la emisora, ya que su cercanía es realmente peligrosa. Las FM generalmente usan la llamada banda sucia o sea, lanzan al éter más potencia de las asignadas en sus licencias, encimando e impidiendo la buena recepción de otras emisoras.
Es normal que las FM funcionen como AM y se escuchen emocionantes partidos de futbol, seguidos de una masiva y pegajosa publicidad, cosa que desnaturaliza la esencia de la FM. En cuanto a las radios comunitarias, ninguna en nuestro país, se desempeñan como tal. Tienen los mismos vicios que las FM. Para colmo de males, funciona una FM brasilera, que transmite las 24 horas, en portugués, desde el Edificio España, transgrediendo normas de ambos países.
En cuanto a la ética misma, esta se vende según la necesidad económica y la reserva moral del cliente. Los medios condicionan muchas veces el rumbo a tomar y por lo general los intereses de poder se cruzan. El querer mantener una gran estructura, muchas veces hace que se apele a toda clase de recursos para conseguir dinero. Desde preparar tapas hasta hacer falsas denuncias sin la previa verificación.
Para muchos colegas no importa como se consiga la noticia, tenerla es lo primordial. Falsearla, manipularla o acondicionarla son solo pequeños detalles, para quienes la ética es solo una palabra. Dicho esto último, mi buen amigo se relajó tanto como el novel operador. Nos despedimos y quedamos en encontrarnos nuevamente en la radio de la UNE, porque el tema da para mucho más, con perdón de aquellos que no siguen el buen camino.
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