viernes, 5 de agosto de 2011
Hicieron la Diferencia
Por Rodrigo Vega
Cuando empecé a ir a las Mingas Ambientales por el tema del famoso dengue lo único que hacía era el famoso plagueo. Transcurrieron los días y me daba cuenta de la ignorancia tremenda que existe en mi ciudad, departamento y porque no decir a nivel país. De a poco sentía que no tenía sentido hablar casa por casa, “concientizar” o mostrar a la gente como debía eliminar los criaderos. No solo la pobreza o el dengue son problemas sociales graves, lo peor de todo es la ignorancia que mata al pueblo.
Continuaban los días y fui conociendo gente nueva, otros becados de distintas carreras, cada uno con una historia diferente de superación, esfuerzo y dedicación. Empezamos a convivir y a unirnos cada día mas, de a poco sin darnos cuenta era uno de los mejores grupos que trabajaban en la concientización de las personas. Me di cuenta que “sí se puede cambiar” y que si unos jóvenes con esa energía y alegría son capaces de cambiar a través de las palabras la forma de pensar de unos vecinos que hasta hace poco lanzaban su propia basura al otro lado de la calle, se puede cambiar un barrio, una ciudad y mejorar un país que tanto nos necesita y nos llama todos los días a ser protagonistas del verdadero cambio.
Hace poco Benjamín Fernández Bogado presento su libro La Patria Urgente en el rectorado de la UNE (Universidad Nacional del Este) y una vez más tuve la oportunidad de intercambiar una idea que tenia en mente luego de haber tenido esta experiencia con mis compañeros y compañeras, amigos y amigas becadas. Le pregunte si aún pensaba como había escrito una de sus obras A SACURDIRSE “los líderes jóvenes no los veo o no sé donde están”.
Hoy, con mucho orgullo les puedo decir aquí estamos, en la universidad, en las calles luchando de frente con ese mal que no se llama “aedes aeguipti”, sino la ignorancia absurda de personas que no tuvieron la oportunidad como muy pocos de nosotros los becados hemos tenido. Me di cuenta que es lo más valioso que pudimos recibir es la educación de nuestras familias y el camino correcto que hemos tomado.
Esto quedo demostrado luego de que la profesora de Prensa Alternativa me dio una moraleja escrita titulada “Hacer la diferencia”, que me recordó lo que habíamos hecho con ellos por un niño que se encontraba en el punto de encuentro donde solíamos subir en los buses para ir a Asunción a la mingas. Nos acercamos a él, pues hacia frio y estaba con los pies descubiertos y ropa ligera, aferrado a una de esas cosas de plástico llamadas “taper” que contenía unas cuantas empanadas. A la primera pregunta de -¿Qué te pasa nene?- no me contesto y decidí alejarme. En ese momento el amor materno iba floreciendo en las compañeras que cariñosamente se acercaban y con gestos de amor y caricias el niño se soltó y con lágrimas en los ojos contó que no podía llegar a casa sin vender todas las empanadas, que iba a “ligar”. Cuando decidimos llamar al 911 que jamás respondió con una patrullera si no que con un numero de la CODENI que por horario y siendo un viernes pasado las 22:00 hs no atenderían decidimos hacer algo.
En un abrir y cerrar de ojos ya se contaba con el dinero para comprar las empanadas del niño que aun lagrimeaba y era consentido ahora por un “número increíble de chicas” con la cual todos soñamos. El dilema en ese momento era como lo enviamos a la casa ya que la policía no dio respuesta y además que según la pobre criatura no podía llegar con la patrullera a su casa o lo golpearían, tal vez ya le había pasado un par de veces, golpeado por padres explotadores.
Luego decidimos hacer otra “vaquita” como se suele decir para enviarlo en moto taxi ya que era lo único que había, conversamos con el moto taxista y se fue. No recuerdo donde dijo que vivía, lo que recuerdo es que se fue un niño más sin oportunidad, creciendo en las calles con el riesgo de todos los días y con toda la rabia en contra de la sociedad.
No podremos cambiar ni sacar a todos los niños de las calles pero esa noche hicimos la diferencia y me demostraron que este es un país que puede mucho más si los jóvenes nos unimos por una misma causa.
Gracias a todos por darme esa fuerza que necesitaba, por mostrarme la luz y acompañarme durante el trayecto, como dijeron en la cena, “vamos que esto recién empieza”
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