“La libertad de expresión es uno de nuestros más valiosos derechos. Constituye la base de todas las demás libertades y es el fundamento de la dignidad humana. La existencia de medios de comunicación libres, pluralistas e independientes es esencial para poder ejercer ese derecho”.
Mensaje conjunto (PDF) del Secretario General de las Naciones Unidas, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
y la Directora General de la Unesco
En el Día Mundial de la Libertad de Prensa coincido plenamente con la ONU en la defensa de la libertad de expresión como piedra angular de cualquiera de las otras libertades inherentes al ejercicio del periodismo, e incluso diría del resto de los derechos y libertades fundamentales de la humanidad.
Una libertad, que como bien señala el texto de esta edición de 2012:
“Es frágil y aún no está al alcance de todos. Si bien el entorno favorable para una verdadera libertad de medios de comunicación está mejorando, este contrasta con la cruda realidad de que muchas personas en este mundo no tienen acceso a las tecnologías básicas de comunicación. Más aún, la cantidad de noticias transmitidas en línea crece al mismo ritmo que el número de periodistas amordazados, agredidos y hasta asesinados por su trabajo, incluidos los blogueros”.
A lo que, sin duda, hoy es preciso añadir otra de las peores lacras del periodismo de este inicio de siglo: la degradación permanente de la dignidad del profesional de la comunicación. Una dignidad que hoy es reivindicada en toda España bajo el lema ‘Sin periodistas no hay periodismo, sin periodismo no hay democracia” y a la que me sumo decididamente, aunque entienda que algún comunicado concreto excluya la reivindicación expresa de ese valor tan esencial y tan amenazad, también en nuestro país, que es la libertad de expresión e incluya, sin embargo, aspectos en exceso corporativos y más bien fuera de lugar.
Y ello, sin olvidar la propia responsabilidad del periodista en toda esta deriva, que pasa por la asunción de algunos compromisos básicos con la sociedad y con la profesión, y sobre todo con los nuevos modelos, posibilidades y exigencias de la ciudadanía de este tercer milenio.
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