Por Salvatore Brienza
Ella no recordaba el lugar donde había escuchado esa voz.
Se sintió sorprendida cuando la llamó por su nombre. Giró y vio en la pantalla
de su computadora a una persona que la memoria intentaba ubicar en lo profundo
de su mente.
-
¿Te acordás
de mí? – enfatizó él, dejando entrever que tenía cierto temor a que no lo
reconociera.
-
La verdad
que no tanto, hazme acordar un poco, por favor – dejó deslizar ella, en una
escaramuza típica de quienes saben que se conocen y temen descubrirse
mutuamente desmemoriados. Quizás ella intentaba que él dudara, pero no logró su
cometido.
-
Soy aquel
que pude ser y no lo fui – respondió aumentando un poco la angustia del
desconocimiento de ella.
Era como un
juego de ajedrez, donde cada uno mueve las piezas a su turno y busca que el
otro adivine el siguiente movimiento, o se oculte cada vez más. De pronto, ante
esas palabras, ella abrió sus ojos que parecían que saldrían, se acercó más a
la pantalla.
- ¿Qué? ¿Cómo? – exclamó.
-
Ni te acordás
quien soy – manifestó él sintiendo más dudas ante estas palabras y algo
sorprendido por ellas.
-
¡Al
contrario, te estoy reclamando! – exclamó mientras lo abrazaba – ¿porque has
cambiado tanto? ¿Dónde estabas todo este tiempo?
-
¡No cambié nada!
Siempre estoy aquí. – dijo él, esbozando una sonrisa muy contento de que por
fin le haya descubierto y agregó- sólo que me di un aspecto más glamoroso.
-
¡Ay!, vos...,
¡como sos! – ella reclamó con una sonrisa que desde joven la caracterizaba.
Él la miraba detenidamente por la pantalla del
computador, mientras escuchaba sus palabras. Sabía que en aquellos ojos negros,
en esa piel morena, en esa sonrisa, eternamente, alegre se escondía su amiga de
otros tiempos.
-
¿Cómo andas?
– empezó. Eran las primeras preguntas que actualizarían la situación en que se
encontraban los dos - me comentaron que te casaste..., que ahora sos profesora...,
que tenés niños…, y como veo, siempre linda.
-
¡Y bien!...,
¡Si! Hace años que me casé, tengo una nena y un varón. Y lo de profesora es un
tema que ni yo creo todavía – reveló elevando la mirada buscando un motivo real
de tal decisión.
-
Y bueno...,
yo también estoy más o menos así...., ¿Te acordás de todas las cosas que
pasamos cuando éramos casi adolescentes? ¿Fue hace tanto tiempo verdad? -
comentó él mientras deslizaba la
necesidad de recordar el pasado para acercarse a la persona que tenía enfrente.
-
¡Si!.., y
fueron los más bellos recuerdos que tengo. Incluso dudé para aceptarte en el
Facebook, pero como vi que eras amigo de tu mamá, te acepté. – reveló
impacientemente cuando sonreía y miraba fijamente a su amigo.
-
Pero bueno,
eso es lo lindo de habernos conocido y que hayamos vivido muchas cosas lindas –
comentaba él, recordando todo el pasado muy lejano.
-
Siempre
pregunto por vos cuando le veo a tu mamá. Así que cuando vengas de nuevo avísame
para verte. – reclamó ella haciendo sentir la distancia que los separaba y el
tiempo que se debería recuperar.
-
Sin
falta..., vernos será muy bueno para los dos. Ahora te pregunto, ¿Yo era tímido
en esos tiempos?
¡Ja! Ja! Ja! – rió ella, dejando ver una hermosa sonrisa
- ¡Si!, te tuve que robar varios besos…,
y por ahora ¿Seguís siendo tímido?.
Él se sonrió.
Ambos quedaron callados. Sus cabezas buscaban rastros en la memoria. Recordar las
más bonitas situaciones que podrían surgir de los recuerdos y que esa
conversación siga siendo tan agradable como el encuentro era el objetivo de
ambos.
-
Y en el
fondo, creo que sigo siendo tímido.., de alguna manera...,- se confesó
finalmente - Tengo la sensación de que
era una persona amigable, pero muy tímida para decidir hacer cosas..., ¿verdad?.
Y no creas que olvidé los besos. Recuerdo cada uno de los besos que me robaste...,
por eso cuando me voy al pueblo y paso frente a tu casa, quedo mirando un rato
para ver si no salís. Esos besos son los mejores recuerdos que tengo de aquellas
épocas..., te lo digo sinceramente..., pensaba
incluso que nunca te ibas a acordar.
-
¿Será? Sin
embargo, yo recuerdo que estabas tan enamorado que pensé que vos ni te acordarías.
Y sí, para mi también fueron muy especiales y hermosos. Me ayudaron a crecer
que es lo más importante.
El recuerdo hizo saltar los suspiros a ambos lados del
monitor. Ambos estaban mirándose uno al otro. Él muy lejos..., ella más lejos
aún. Pero ambos estaban venciendo al tiempo y a la distancia donde nada se
mueve, donde todo permanece eternamente.
-
Cierto, eso
hizo un antes y un después en todos los que estuvimos involucrados..., hasta
hoy, cada vez que veo una película donde el amigo queda con su amiga..., me
acuerdo de vos.
-
¿Será? – se sorprendió
ella.
-
¿Seguís
jugando al Hándbol? ¿Haciendo deportes? Porque veo que no cambiaste nada - dijo
él, intentando cambiar de tema.
-
Si, juego al
vóley, camino todas las tardes, y bueno creo que es hora de despedirnos –
expresó como entendiendo que él no quería profundizar en el tema- que gusto
haberte encontrado, siempre te recuerdo como mi primer amor imposible.
-
¿En
serio?..., ¡uff!..., ahora me siento presionado..., - dijo llevándose la mano a
la frente y cambiando totalmente de estrategia- nunca quise que fuera así...,
digo, que sea imposible…, pero bueno.., la vida nos puede dar un espacio para
redimirnos de nuestras culpas. Así siento también. Como algo que debió haber
pasado y no paso..., un amor inconcluso. Quizás una buena taza de café, un
abrazo y recordar viejos tiempos nos haga redimir lo que nunca pasó entre
nosotros.
-
¡Si!, pero
todo era presión a nuestro alrededor.- continuó ella, queriendo profundizar.
-¡Ufff!...., Sí recuerdo..., - sentenció, mientras los
recuerdos afloraban incesantes en su mente- no era fácil..., había gente muy
nerviosa.
-
Pero él o
ella, ¿se llegaron a enterar?- pregunto ella.
-
No creo..., por
mi lado ¡no!..., así que ese es un lindo secreto de un amor imposible..., solo
en nuestro pueblo suceden estas cosas..., y es lo más lindo de todo esto.
-
¡Si!, Ahora
nadie sube a la torre a conversar – dijo ella ya muy seria por el recuerdo que
vívidamente iba emergiendo en su mente- todo va a mil por hora, que buenos adolescentes
éramos. Que inocentes nos comportábamos. El mundo ha cambiado tanto en estos
veinte años.
-
¡Si!..., recuerdo
que subíamos a conversar..., éramos dos personajes de dos historias de amor...,
- recordaba mientras en su pecho se agitaba el recuerdo- nos sentábamos mirar
el mundo que se movía bajo nuestros pies, a disfrutar sólo de la compañía del
otro. Imaginábamos un mundo que el tiempo borró de nuestras mentes. Quizás nos
hayamos prometido cosas que nunca llegamos a cumplir. Pero con esas pequeñas
cosas éramos felices. No necesitábamos tener vehículos, ni vestir la mejor
marca de ropa. Con sólo subir a las bicicletas, estar uno cerca del otro y
hacer las mismas cosas. Éramos felices en ese mundo juvenil.
-
Si,
realmente. – dijo finalmente ella- y bueno…, cuando vengas de nuevo por acá
espero verte. No dejes que pase mucho tiempo. Si dejas pasar mucho tiempo puede
que no haya más nadie con quien conversar en la torre. Cuídate. Besos.
Ella se desconectó y él quedó mirando la pantalla.
Deseó retroceder en el tiempo. Su corazón ya estaba desbocado y los recuerdos
brotaban como un manantial con sentimientos puros. Lentamente, cerró su
computador y pensó en el tiempo. Y en la torre. Y en qué momento podrá subir de
nuevo a conversar.
4 comentarios:
que bueno, expectacular Silvio.
esta historia me recuerda a una musica..mi asignatura pendiente de Ricardo Arjona...que lindo Silvio...
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Esta es la traducción del texto de mas arriba:
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