Escrito: por Ricardo Steimberg
No es la primera vez ni tampoco será la última, que personas inescrupulosas pretendan hacerse pasar por periodistas y sean atrapados infringiendo leyes, ordenanzas, resoluciones, o lo que fueren, en nombre del cumplimiento de la profesión. La noticia habla que dos personas haciéndose pasar por colegas, conducían una camioneta que lucía una calcomanía que rezaba “Prensa. Semanario Zona Vip Mega Cine”.
No es la primera vez ni tampoco será la última, que personas inescrupulosas pretendan hacerse pasar por periodistas y sean atrapados infringiendo leyes, ordenanzas, resoluciones, o lo que fueren, en nombre del cumplimiento de la profesión. La noticia habla que dos personas haciéndose pasar por colegas, conducían una camioneta que lucía una calcomanía que rezaba “Prensa. Semanario Zona Vip Mega Cine”.
Estos personajes, que se encontraban en un total estado de ebriedad, iban circulando en zigzag, hasta que fueron detenidos por agentes de policía. La prueba de Alcotest reveló de inmediato que ambos individuos tenían un alto porcentaje de alcohol en la sangre. Sin embargo lo que más le molestó a los policías que intervinieron en el operativo, fue la prepotencia, la arrogancia y el menosprecio, manifestada por estos personajes, ya que en todo momento gritaban, a quien los quisiera oír, que ellos eran “periodistas de alto vuelo”.
No muchos tienen idea de lo que significa en realidad ser periodista, quizás sea que conceptualmente tengan una idea demasiado romántica de la cosa. Que piensan que la notoriedad les otorga fama y fortuna. Que la vida de un periodista es simplemente un camino sembrado con pétalos de rosas. Que cuando llega un hombre de prensa, las aguas se separan y el tiempo se detiene, que todos le hacen reverencias.
Que portando un chaleco con un logo de prensa, en la espalda o un “plotter” que luzca en su parabrisas, le otorgará cierta impunidad que le permitirá estacionar donde se le ocurra, conducir de un modo imprudente cuanto quiera y por sobre todas las cosas tendrá todo el derecho a evadir los controles policiales o bien obtener cualquier otro tipo de beneficio, que seguramente roce la clandestina ilegalidad.
En muchas ocasiones la misma Policía confiesa abiertamente que evita hacer el control a tales vehículos rodados pensando que si realmente son trabajadores de prensa. Sin embargo los mismos uniformados saben o tienen conocimiento que aquellas personas que realmente son periodistas o se encuentran ligadas a un medio de comunicación, no les interesa utilizar tal identificación, justamente para pasar desapercibidos entre el público, ya que el anonimato y la sorpresa son grandes aliadas del profesional de la prensa.
Muchas veces se hablo de dignificar a la profesión, sin embargo nunca se termina de separar la paja del trigo. Aventureros y “paracaidistas” aterrizan en los medios de comunicación, sin estar capacitados ni cumplir con los mínimos requisitos que toda persona de prensa debe tener. Muchos dueños de medios utilizan a parientes o simples novatos con el fin de no tener ningún tipo de relación laboral, especialmente en el interior del país. Esto a la corta o a la larga, prostituye a la profesión.
Es humillante, irritante y hasta molesto para los verdaderos profesionales encontrarse de pronto ante una placa de “prensa” en vehículos de las más diversas categorías como la de los instaladores de la televisión por cable, operadores de radio, locutores, fotógrafos de páginas web, vendedores de publicidad, “opinólogos” de radios comunitarias y demás especímenes de una casi interminable fauna de pseudos trabajadores de prensa.
El sindicato debería ser mucho más firme de lo que ha sido hasta el momento y no hacer un pedido a la municipalidad local sino a nivel nacional también. Debería involucrar a las distintas universidades que la tienen como carrera, a los ex alumnos, a los estudiantes avanzados, a los distintos medios y forzar una reglamentación que convierta a cualquier “arriero” en un súper héroe.
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