Fragmentos de “El trueno entre las hojas” de Augusto Roa Bastos
Por Salvatore Brienza
(A propósito de la manifestacion de los cañicultores, obreros y ciudadanos de Iturbe, les dejo fragmentos de la obra de Roa Bastos, "Un inmortal entre los mortales" que habla de la realidad de Iturbe)
“El ingenio se hallaba cerrado
por limpieza y reparaciones después de la zafra. El tufo de horno henchía la
pesada y eléctrica noche de diciembre. Todo estaba quieto y parado junto al
rio. No se oían las aguas ni el follaje. La amenaza de mal tiempo había puesto
tensa la atmosfera como el hueco negro de una campana en la que el silencio parecía
freírse con susurros ahogados y secretas resquebrajaduras”
“La mole de la fábrica flotaba inmóvil
en la oscuridad”
“En ese recodo del Tebikuary vivió
sus últimos años Solano Rojas, el cabecilla de la huelga, después de volver
ciego de la cárcel.”
“La lucha no se había perdido. Solano
Rojas no podía ver los resultados, pero los sentía. Allí estaba el ingenio para
testificarlo; el régimen de vida y trabajo más humano que se había implantado
en él; la gradual extinción del temor y de la degradación en la gente, la
conciencia cada vez más clara de su condición y de su fraternidad; esos
andrajosos Mita’i en los que él sembraba la oscura semilla del futuro, mientras
movía su arado en el agua.”
“Venían a consultarlo en la
barranca. El rancho del pasero de Yasy Morotï era el verdadero sindicato de los
trabajadores del azúcar den esa región”
“-Solano, ya cortaron otra ve´ lo´turno
para nojotro entrar el cañadurce – informaban los pequeños agricultores.
- Solano, el trabajo por tareas
ko se paga michi-eterei - se quejaban
los cortadores.
Solano, esto y lo´jotro
El los aconsejaba y orientaba. Ninguna
solución propuesta por Solano había fracasado. En el ingenio y en las
plantaciones se daban cuenta enseguida cuando una demanda subía el Paso.
-Viene el sindicato karape – decían.”
“Antes de establecerse la primera
fábrica de Azúcar en Tebikuary-Costa, la mayor parte de la sus pobladores se
hallaba diseminada en las montuosas riberas del rio. Vivian en estado
semisalvaje de la caza, de la pesca, de sus rudimentarios cultivos, pero por lo
menos vivían en libertad, de su propio esfuerzo, sin muchas dificultades y
necesidades. Vivian y morían insensiblemente como los venados, las plantas,
como las estaciones.”
“Así nació el ingenio. Simón
Bonavi conchabó a los pobladores. Al principio estos se alegraron porque veían
surgir las posibilidades de un trabajo estable. Simón Bonavi los impresiono
bien con sus maneras mansas y afables. Un hombre así tenía que ser bueno y
respetable. Acudieron en masa.”
“Los nativos veían crecer el ingenio como un enorme quiste
colorado. Lo sentían engordar con su esfuerzo, con su sudor, con su temor. Porque
un miedo sordo e impotente también empezó a cundir. Su simple mente pastoril no
acababa de comprender lo que estaba pasando. El trabajo no era entonces una
cosa buena y alegre. El trabajo era una maldición y había que soportarlo como
una maldición.”
“Por fin la fábrica empezó a
funcionar. Sus intestinos de hierro y de cobre defecaron un azúcar blanco, más
blanco que la arena del Paso. Blanco, dulce y brillante. Los hombres, las
mujeres y los niños oscuros de Tebikuary-Costa se asombraron de que una cosa
tan amarga como su sudor se hubiese convertido en esos cristalitos de escarcha
que aprecian bañados de luna, de escamas trituradas de pescado, de agua de roció,
de dulce saliva de lechiguanas.”
“De la chimenea del ingenio salía
humo negro que manchaba el aire limpio, el cielo en otro tiempo claro del
valle. Era como el aliento de los desgraciados enterrados vivos en el quiste de
ladrillo y hierro que seguía latiendo a orillas del rio.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario