“El GATOPARDISMO se define en términos políticos
con la siguiente frase:
"Si queremos que
todo siga como está, necesitamos que todo cambie"
("Se
vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi")”
“EL
GATOPARDO” es el nombre de una novela escrita por Giuseppe
Tomasi di Lampedusa, donde narra “las
vivencias de Don Fabrizio Corbera, Príncipe de Salina, y su familia, entre 1860 y 1910, en Sicilia” y en
el fondo de la novela está “la
capacidad de los sicilianos para adaptarse a lo largo de la historia a los
distintos gobernantes de la isla, pero también la intención de la aristocracia de
aceptar la revolución
unificadora para poder conservar su influencia y poder.” (Fuente:
Wikipedia)
Un querido amigo, contertuliano de la “ignominiosa cantina de la Facultad”,
donde divagamos proyectos ocultos y tenebrosos -según algunos “pyragües de la Decana”- para la FAFI,
me dijo un día: “para hacer algo aquí,
debes ser café o leche”.
Esta frase, no sólo me trajo en mente el nombre
de quien lo dijo -históricamente hablando- y fue dicha nada menos que por Alfredo
Stroessner, pero al mismo tiempo sentí que esa misma frase en realidad carecía
de verdad. En realidad, la gente practica el “gatopardismo” o vulgarmente, y en términos político-criollos, el “mbatarasismo”.
Como pretendo ser “ñembo culto” prefiero el “gatopardismo”
porque la otra definición está más relacionada a los que vienen y van entre los
dos partidos políticos nacionales.
La situación de la Facultad de Filosofía no
sólo ha llegado a niveles de “un gatopardismo
dominante”, sino también a un nivel en el cual, si hubiera sinceridad en
términos directivos “la limpieza debería empezar
por el primer anillo de la Decana”.
Muchos, y lo admito, peleamos el “cambio de paradigma en la Facultad”, en
base a denuncias hechas por cierto grupo que, por nuestra propia falta de experiencia
y quizás visión de conjunto, apoyamos por mucho tiempo. Pero había sido, la
mediocridad y la “tierna podredumbre”
ya estaban instaladas por detrás de todo aquello. Quizás en ese mismo grupo que
conformábamos teníamos, entre nosotros, a muchos “gatopardistas” de primera hora.
Aquella lucha no fue en vano, desde la visión estudiantil que se ganó espacio propio, pero un error “de forma”
en el desarrollo del sumario al Ex Decano, lo absolvió de culpa y pena. En la
actualidad, el ex decano está en todo el derecho de pedir el resarcimiento económico
de una situación en la cual, la justicia dio “a cada uno lo suyo”. “La
justicia no da justicia, sino que otorga
derechos” nos decía un profesor.
Hace unos días hablando, en “tertulia tenebrosa” nuevamente, con
varios estudiantes preocupados, fuimos analizando el nepotismo y el
prebendarismo que impera en la facultad. Hemos descubierto “clanes familiares” que en breve tiempo fueron ocupando el espacio
de “aquellos que pedimos el cambio de
paradigma” y que no lo pudimos
ocupar e incluso fuimos, y lo acepto, separados para “escarmiento de los que piensen diferente”. (Solo falta mi cabeza
en una pica, en plaza pública o de extramuros, como diría el Supremo)
Y haciendo un análisis de esos “clanes familiares”, fuimos notando que
son en su mayoría, aclaro que no todos, ex funcionarios o gente muy cercana al anterior
modelo de paradigma y hoy gozan de “buena
salud”.
Gracias a esas “reuniones tenebrosas y casi clandestinas”, me voy dando cuenta,
porque en el fondo creo que las personas deben pelear por sus espacios, que la
Decana “está durmiendo con el enemigo”. “El
que traicionó una vez, lo hará mil veces” y esa es una gran verdad.
Los “Clanes
familiares”, del cual me ocuparé en breve en otra publicación, se
enseñorean ocupando el espacio de quienes no sólo estamos dispuestos a cambiar
el modelo de facultad, sino también a replantear los cambios de paradigma.
Desde el modelo de educación superior napoleónico pasando por el “modelo de enseñanza escolástica” a un
modelo de pensamiento “más crítico, laico
y liberal –no en términos económicos- en el pensamiento”. Sé que estas ideas
“me van marcar de por vida y retrasarán,
con seguridad por mucho tiempo, mi vuelta a la docencia en la FAFI”, pero
no hay problema “todo pasará” y “el tiempo de la cosecha llegará”.
Por el momento, seguiré escribiendo como hace
tiempo no lo hacía en la Facultad y tomando mi “café con leche”.
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