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miércoles, 11 de marzo de 2015

MI AMIGO EL CONDÓN

Según los datos oficiales actualizados de la OMS (Organización Mundial de la Salud) y la OPS (Organización Panamericana de la Salud), del año 2013, cada año se produce alrededor de 485 millones de nuevas ETS ó enfermedades de transmisión sexual. 

Lo triste del caso es que casi todas ellas son previsibles y por supuesto curables. 

Como son la sífilis, gonorrea, clamidia, tricomoniasis, herpes genital, VPH (Virus del Papiloma Humano y chancroide entre otras, en personas sexualmente activas, entre la faja de los 15 y 49 años de edad. 

Más del 80% de todas las infecciones de VIH, que ocurren en el mundo, se transmiten preferentemente por la vía sexual. 


Pero existe un riesgo mucho más grave, que cualquiera de todas estas enfermedades. Y es la total falta de conciencia para la práctica sexual, sin ningún tipo de protección. 

Lo que nos lleva a unos 120 millones, aproximadamente, de embarazos que nunca fueron deseados. El 85 % del total de estos casos, ocurren con adolescentes hasta 20 años. 

Tanto en el caso de las ETS como el de los embarazos no deseados, bien pueden evitarse, un gran dolor de cabeza, con apenas unas cuantas monedas, ya que dentro de todos los elementos de protección, es el más económico y el que brinda mucho más seguridad, con un 87 % de eficacia. 

Siendo las pastillas y las inyecciones abortivas, terriblemente agresivas para el delicado cuerpo femenino, ya que siempre conlleva a los famosos efectos secundarios. 

Muchas personas, tanto hombres como mujeres, por excusas que resultan bastante estúpidas, aún hoy, se niegan a usar condones, no percibiendo el gran riesgo, que estos corren. 

Sin embargo, muy poco tiempo después, millones de personas sabrán que estaban totalmente equivocadas, pero que ya será obviamente demasiado tarde, cuando sus propios casos se conviertan en unas meras y frías cifras estadísticas. 

Ahora bien, desde casi el comienzo de la humanidad, siempre hubo gente mucho más inteligente que otras y que también les preocupaba evitar las enfermedades de transmisión sexual. 

Y esto era sencillamente porque los métodos curativos de aquella época oscura de la medicina, eran sumamente dolorosos. 

También los inquietaba la posibilidad de quedar expuestos a embarazos no deseados. 

La carga pecaminosa que tenía un embarazo fuera del matrimonio, de esa época, no era la misma que tenemos hoy, de este delicado tema. 

La vergonzosa humillación que soportaba la familia los obligaba necesariamente a emigrar de ciudad. 

En realidad nadie sabe quien fue el verdadero inventor del condón, preservativo o profiláctico. 

Sin embargo el primer testimonio de este pequeño adminículo aparece en unas pinturas rupestres de la cueva Les Conbarelles, Francia, en el Paleolítico superior (33.000/ 9.000 a. C.), donde se ve al hombre usando una funda protectora en el pene. 

 Ya luego aparecerían otras evidencias, en algunos murales egipcios (1350/1200 a.C.), donde las figuras llevan en sus penes, algún tipo de envoltura. 

En 1547, el médico italiano Gabrielle Fallopius, conocido por el descubrimiento de las famosas trompas, diseñó una funda de tela de lino y ensayada con 1100 hombres. Ninguno de ellos se infectó con sífilis. 

Algunos historiadores creen que el doctor Condom, de la corte de Carlos II de Inglaterra, fue quien le dio su nombre al dispositivo que protegió de la sífilis, a los soldados ingleses, mientras luchaban en Francia. 

En el año 1671, la Marquesa de Sevigné, en una de sus cartas a su hija, pudo describir poéticamente al condón como: “... una armadura contra el placer y una tela de araña contra el peligro...”. 

Ya en 1758, Giacomo Casanova, el legendario seductor italiana del siglo XIX, fue un usuario regular del preservativo, al cual se refería como “Redingote Anglaise” (capa inglesa de montar a caballo). 

Los condones comenzaron a ser muy populares por toda Europa, pero nadie aceptaba la autoría de dicho invento. 

Los franceses lo llamaban “capuchón inglés” y los ingleses decían que el condón era una palabra francesa. 

En el año 1760, aparece por primera vez la palabra "condón", en un libro dedicado a la sífilis, escrito por el Dr Turner. 

El hecho que fuera muy usado en las casas de prostitución o en cualquier forma de amor ilícito, hizo que el preservativo cayera en la clandestinidad. 

 En 1826, el mismo Papa León XIII condena su uso porque es contraria la voluntad divina. Casi 200 años después, los Papas lo siguieron continúan condenándolo. 

Con la vulcanización del caucho, en 1839, obtenida por Goodyear y Hancock, llegó a EEUU el auge del condón. En 1850, se fabrica el primer profiláctico de látex. A partir de ese momento, se inicia su producción y comercialización a gran escala y bajo costo.

En 1930, se inicia la fabricación líquida del látex, la base para la fabricación de condones hasta hoy. De 1990 en adelante, la nueva tecnología lo mejoró y permitió la producción de versiones mucho más sofisticadas. En 1993 surge el primer preservativo femenino para su inserción en la vagina. 

En realidad, nadie sabe a ciencia cierta, el verdadero origen de la palabra “condón”, sin embargo, las dos posibles explicaciones que más se ajustarían a una explicación más o menos coherente son: que deriva de la palabra latina "condus", que significa receptáculo, o bien del persa "kondu", por unos recipientes para granos hechos de intestino animal. 

O aquella que cuenta que proviene del Dr. Condom, el médico personal de Carlos II de Inglaterra, quien fabricaba preservativos, para el rey, con los intestinos del cerdo. La mayoría de los historiadores coinciden que el motivo fundamental para la popularización de su uso, fue la prevención de las enfermedades venéreas, antes que el embarazo.

Las grandes ventajas que tienen estos pequeños adminículos que son bien baratos, se venden sin necesidad de ninguna receta médica, se los encuentra en todas las farmacias, centros de salud, hoteles, son muy fáciles de colocar, usar y desechar y por sobre todo no tienen efectos secundarios. 

No utilizarlos es convertirse en un verdadero delincuente sexual, contagiando enfermedades y comprometiendo irresponsablemente su futura vida, por un embarazo no deseado.

ESCRITO POR: Ricardo Steimberg 

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