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jueves, 3 de septiembre de 2015

La Capilla FAFIixtina y la Primera Reforma Universitaria

Por Enigma

Me permito compartir con todos los seguidores del ñakurutu algunas consideraciones del I Foro de Libertades Laicas en Centroamérica, organizado por la Asociación Colectiva por el Derecho a Decidir, con el apoyo de “CATHOLICS FOR CHOICE”, específicamente fragmentos de la ponencia EL POR QUÉ DE UN ESTADO LAICO, de Roberto Blancarte.
Un Estado laico es fundamental para asegurar derechos y libertades fundamentales de las personas, reconocer y respetar las diversidades y promover, de esta manera, una  convivencia social armoniosa. Para lograrlo es esencial garantizar la autonomía de lo civil y de lo político frente a lo religioso y lo sagrado, de manera que el Estado no fundamente ni legitime sus decisiones a partir de la influencia que pueda infringir alguna religión, creencia o filosofía en particular.

Laicidad; una definición

¿Para qué queremos un Estado laico? A veces su necesidad se hace tan obvia, que se nos olvida la razón de su existencia. Y sin embargo, pocas creaciones del mundo moderno se han vuelto tan indispensables para que las sociedades plurales y diversas se desarrollen en un marco de libertades y pacífica convivencia.

A pesar de ello, existe una enorme ambigüedad e incertidumbre a su alrededor, pues por un lado la laicidad aparece emparentada al respeto de los derechos humanos, pero por el otro se le quiere identificar como un modelo específico del mundo occidental o incluso como una excepción del mismo.

Las libertades del Estado laico se han construido a lo largo de varios siglos. Cabe notar que las primeras de estas libertades fueron las libertades de religión. Por eso es importante señalar que sus garantes fueron el Estado laico y las instituciones políticas laicas. Al respecto, es importante distinguir entre ciudadanos y creyentes; un funcionario político, un representante popular, no tiene nada que ver en términos formales con los creyentes; un representante político, un funcionario de gobierno, tiene que ver con ciudadanos. Los creyentes los son en sus Iglesias, aunque para efectos de la legitimidad de las instituciones políticas del Estado (y con esto me refiero a la Cámara de Diputados, a la Presidencia, a todos los partidos políticos), ésta viene de la voluntad de los ciudadanos. 



Por lo tanto, el más grave error que se puede cometer en un Estado laico democrático es pensar que cuando uno trata con un líder religioso está automáticamente adquiriendo una legitimidad o autoridad moral traducible a votos y por lo tanto a autoridad política, al suponer  equivocadamente que ese líder religioso es un representante de los creyentes. Y ciertamente ese líder religioso, para ciertos aspectos, muy limitados, puede ser representante de los creyentes, pero no para efectos políticos, ya que los feligreses cuando acuden a una iglesia no depositan su voluntad política en el líder religioso; para eso acuden a las urnas o a los propios partidos. En suma, uno de los mayores riesgos de la democracia moderna es el de confundir el liderazgo religioso con el liderazgo político.

El Estado laico no debe ser entendido como una institución antirreligiosa o anticlerical, aunque en diversos momentos de su construcción histórica así lo ha sido. En realidad, el Estado laico es la primera organización política que garantizó las libertades religiosas. Hay que recordar que la libertad de creencias, la libertad de culto, y la tolerancia religiosa que emanan de éstas se pudieron lograr gracias al Estado laico, no en contra de él. Por lo tanto el Estado laico es el que garantiza que todos puedan expresar sus opiniones y que lo hagan desde la perspectiva religiosa o ciudadana que se desee; el único requisito es entender la muy relativa representatividad que tienen los jerarcas eclesiales y ministros de culto.

En este sentido es un contrasentido pretender imponer un culto o credo dentro de una institución de todos y para todos, financiada con el dinero de judíos, cristianos, musulmanes, cristianos ortodoxos, budistas, monjes tibetanos del Paraguay y otras comunidades esotéricas que coexistimos en este país; lo que recientemente vimos dentro de la FACULTAD DE FILOSOFIA, con la inauguración de un museo, una sala de TV y una CAPILLA, que por cierto tiene sillas muy parecidas a las del salón auditorio de la FAFI,  no se aleja de aquellas condiciones que los compañeros argentinos reclamaron durante su  Primera Reforma Universitaria en 1918, iniciada en Córdoba.

Haciendo memoria Córdoba tenía una antigua universidad, fundada por los jesuitas en tiempos de la colonia española, en la que se mantenían aún groseras características elitistas y clericales que chocaban con los nuevos tiempos. Los estudiantes universitarios de Buenos Aires, La Plata y Córdoba, pertenecientes a familias de una reciente clase media formada a partir de la gran ola de inmigrantes europeos o sus descendientes, venían organizándose en centros de estudiantes por facultad desde principios del siglo XX y comenzaban a exigir reformas que modernizaran y democratizaran la universidad. Los centros de estudiantes se habían organizado a su vez en federaciones (Tucumán, Córdoba, La Plata y Buenos Aires) y en abril de 1918 fundaron la Federación Universitaria Argentina (FUA), como organización gremial representativa del estudiante argentino.

A fines de 1917, una ordenanza de la Universidad de Córdoba suprimiendo el internado en el Hospital de Clínicas dependiente de la Universidad, desató el descontento de los estudiantes cordobeses que solicitaron a las autoridades universitarias la revisión de las medidas. El 20 de marzo el Consejo Superior resolvió «no considerar ninguna solicitud» y el 31 de marzo los estudiantes declararon una huelga general y pidieron la intervención de la Universidad por el gobierno nacional.

Por lo que podemos concluir que estando tan cerca, territorialmente tenemos casi un siglo de diferencia entre la Universidad Paraguaya y las Universidades del Resto del mundo, siendo por VOLUNTAD DIVINA, la UNE la más distante de todas.




http://colectiva-cr.com/sites/default/files/Docs/publicaciones/Memorias%20FLL_version%20digital.PDF#page=12

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