“Como luego te van a dar cátedra, si les criticas así”.
“Tenés que callarte más, sólo así te darán cátedras”.
“Por favor, sabemos bien cómo funciona aquí, si no te alineas no vas a
conseguir nada”.
“Aquí se le puede dar cátedras a cualquiera, y más todavía si sos
pariente”.
Todas estas frases me las dijeron
docentes escalafonados. Profesores que no deberían de temer a la autoridad de
turno. Todos los comentarios son de profesores y profesoras que tienen años de
docencia en la UNE y en especial en la Facultad de Filosofía.
Lo que me preocupa, no son los
mensajes, sino el silencio que se grita,
que no cuestionen al sistema que tanto luchamos para cambiar en el 2008.
Y hago un paréntesis antes de seguir.
Especialmente, para los que me critican
siempre y me alegra que lo hagan, les digo que: “Si hubiese sabido como sería el futuro en aquellos días de protesta
del 2008, no me hubiese arriesgado por ciertas personas que hoy dirigen la
Facultad”.
Me equivoqué. Y como decía el Prof.
Reinaldo Sánchez en sus clases de Lógica y Filosofía del Primer Curso Selectivo: “El hombre tiene derecho a equivocarse, y
más derecho a corregirse; es la esencia de la humanidad”.
Volviendo al silencio. Reconozco que
no debe ser fácil para muchos docentes de la FAFI el protestar contra las
injusticias que se dan en la administración, incluso con muchos de ellos. La
dictadura nunca se fue de la mente de muchos docentes. Como diría Michel
Foucault, el “sujeto-sujetado”. El poder que sujeta al sujeto y no sólo eso, le
impide hablar, le impide pensar, le impide accionar.
Este silencio me recordó a algunas
personas a quien se le cambia de cátedra cada año, para que no tenga
permanencia, ni adquiera preeminencia en la catedra.
Alguna vez, hace mucho tiempo, un docente
muy cercano a la Decana, me dijo: “cada
año me cambian de materia, yo soy de letras, pero acepto lo que me dan”.
Es la mendicidad en su máxima
expresión. Es como el perro que sólo come las migajas que caen de la mesa.
Quizás sean buenísimos profesionales, pero nadie les deja crecer y progresar,
porque se convierten en un peligro para la cantidad de mediocres, que desfilan
entre “taco alto y maquillaje”, y
ahora debemos agregarle, “sirios,
rosarios y biblias”.
Volvimos a la Edad Media. De eso no
nos cabe duda. Nuestra facultad está a oscuras, sólo faltan los dominicos o
Torquemada.
Algún día “la Luz volverá a brillar” y esperemos que sea pronto.
Esperemos que los “Docentes Escalafonados” tengan el
suficiente valor para empezar a cambiar esta realidad, la otra opción será la
más dolorosa y dificil. Nunca habrá cambios si no “conspiramos”. Les invito a todos estos docentes a que “conspiremos el cambio”.
“Conspirar”,
según la ensayista y poetisa Marilyn Ferguson, autora del Best-Seller “La
conspiración de Acuario” significa “Respirar
juntos, con-inspirar”. Y es a ese tipo de “Conspiración” que les vengo a invitar. A inspirarnos mutuamente y
superar el silencio.
Los Docentes deben aprender a no
callar. Si callan, lo único que enseñan a los alumnos es a ser “manipulados y controlados”. Debemos superar el modelo “panopticista” del
vigilar constantemente y castigar.
“La
docencia es vocación”
dicen algunos. Con esta sola frase justifican que el docente debe “sufrir las injusticias como un mártir, ser
azotado, injuriado, vilipendiado y porque no maltratado” en nombre de la
vocación.
La vocación debe ser la “motivación, la inquietud interna, íntima,
la cual nos debe empujar a “ser y estar”
de modo más cercano a nuestro convivir diario, incluido los alumnos”.
No podemos seguir así. El motivo de
la existencia de la Universidad, no sólo
es el conocimiento científico, son los estudiantes. Es el futuro que prometemos
a los egresados. Es el futuro que les roban, los que siguen manteniendo esta
estructura prebendaria y clientelista, que sostiene a muchos mediocres. “Conspiremos por un futuro mejor para
nuestra Facultad y nuestra Universidad.”
“Dejemos de gritar en silencio las injusticias que nos rodean. Si no lo
hacemos, estamos estafando a los estudiantes.”
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