Por Salvatore Brienza
En cualquier
grupo humano, hay algunos que detentan el poder y otros que lo desean. Ambos,
en una puja constante utilizan los espacios políticos, como lo es una Asamblea
Universitaria, y es allí donde se enfrentan con la fuerza que cada uno posee.
En nuestra cultura, donde años de sometimiento a la autoridad han moldeado el comportamiento político de los individuos en general, es ser muy crédulo e iluso pensar que aquellos que tienen poder cederán sus espacios con absoluto respeto a la ley o actuando de manera proactiva hacia nuevos modelos de conducción y educación universitaria, perdiendo esos privilegios que conquistaron, y del cual se aprovecharon por tanto tiempo. No lo hacen de esa manera, ni lo harán nunca.
En nuestra cultura, donde años de sometimiento a la autoridad han moldeado el comportamiento político de los individuos en general, es ser muy crédulo e iluso pensar que aquellos que tienen poder cederán sus espacios con absoluto respeto a la ley o actuando de manera proactiva hacia nuevos modelos de conducción y educación universitaria, perdiendo esos privilegios que conquistaron, y del cual se aprovecharon por tanto tiempo. No lo hacen de esa manera, ni lo harán nunca.
El conflicto, el
choque de ideas o el enfrentamiento político, será el único camino para someter
la voluntad de uno o de otro.
Eso lo dice Vilfredo Pareto en su definición de la puja entre las elites: “el cambio social como el
político son consecuencia del reemplazo de las élites en cada uno de los
segmentos constitutivos: ideología, economía y política” y que los ciclos de conflicto entre estos se dan son: “equilibrio, desestabilización, desequilibrio y nuevo equilibrio”.
Lo que se sintió
el viernes 6 de noviembre durante la Asamblea Universitaria es la clara muestra
de la lucha de estos poderes. En esos momentos de mucha tensión en el Rectorado
de la Universidad Nacional del Este, se vio claramente, como un poder como el
de los Docentes, que acumulan cátedras y se reparten rubros a diestra y
siniestra entre ellos, se negaba a ceder ante la presión de los estudiantes que
tan sólo buscaban ocupar espacios de paridad en los estamentos de decisión
universitaria.
Esta lucha, que
para los asambleístas era un “secuestro, coartar la libertad, amedrentar,
coaccionar, etc”, para los estudiantes era el único momento en que podían tener
la seguridad de que se podría tratar el pedido de paridad de representación.
Y con las idas y
venidas de llamadas, presiones y por sobre todo amenazas de los Asambleístas,
no todos aclaro, la tensión iba subiendo de tono.
Lo que para unos
era “lucha por reivindicaciones estudiantiles” para otros era una “masa de
patoteros y violentos”. Este es el momento del desequilibrio. Cuando un docente
de la FAFI agrede, estirándole el pelo o tomándole del cuello”, a compañeras
estudiantes y las amenaza diciendo que ellas eran las culpables, frente a los
asambleístas. Es la demostración fehaciente de que el desequilibrio emocional
pasaba también por un desequilibrio físico.
Para Ortega y
Gasset, un estudioso del comportamiento de las masas, dice que la misma
“es todo aquel que no se
valora a sí mismo…, por razones especiales, sino que se
siente como todo el mundo,… y no se angustia…”
Yo no creo que los estudiantes no se valoren a sí mismos, se sientan como todo el mundo y mucho menos tener angustia. Muy por el contrato, se sentían confiados en que la presión estudiantil sería la clave para resolver este impase de “ningunear” la propuesta del único representante que se animó a enfrentar a los asambleístas al solicitar se trate sobre tablas el pedido de Paridad en las representaciones estamentales.
Yo no creo que los estudiantes no se valoren a sí mismos, se sientan como todo el mundo y mucho menos tener angustia. Muy por el contrato, se sentían confiados en que la presión estudiantil sería la clave para resolver este impase de “ningunear” la propuesta del único representante que se animó a enfrentar a los asambleístas al solicitar se trate sobre tablas el pedido de Paridad en las representaciones estamentales.
Se entiende, que
los docentes que representan un amplio sector del mundo académico, acostumbrado
a vivir de las tetas del estado, no quieran dar el brazo a torcer. Pero resulta
más paradójico que muchos de ellos en su juventud hayan sido Representantes
Estudiantiles y sean estas mismas reivindicaciones parte de sus discursos
políticos de aquellos tiempos.
No me era extraño
ver algunos amigos que hablan de “amor a la humanidad”, de “amar al prójimo”,
de “Libertad”, de “Igualdad” y de “Fraternidad” pidiendo que vengan los “cascos
azules” para reprimir a los inadaptados estudiantes. Era la bestialidad
haciéndose presente. Como Dr. Jekyll y Mr. Hyde, que parafraseando José Pablo
Feinmann en su libro “Filosofía Política del Poder Mediático” (Edit. Planeta)
dice que “el Dr Jekyll representa al hombre culto, universitario y de clase
alta y Mr, Hyde es su antítesis, el hombre bruto, primitivo, socialmente
inadaptado”.
Es que muchas
veces, los grandes valores y virtudes que decimos profesar o con los cuales
estamos de acuerdo, lo guardamos en el bolsillo “izquierdo” y del bolsillo
“derecho” quitamos la cachiporra para “educar a los demás”.
Para cerrar este
análisis sobre el comportamiento tanto de docentes como estudiantes el día de
inicio de la Asamblea Universitaria, me quedo con la frase que surgio esa misma
noche hablando entre docentes, estudiantes y policías, mientras mirábamos lo
que sucedía en las puertas del Rectorado: “Estos jóvenes, son la generación
post dictadura; dentro está la generación formada en la dictadura, es el choque
de pensamientos y modelos que por un lado, no se quieren ir y por el otro,
quieren ver renovadas esperanzas en el modelo de la Educación Superior”.
En palabras de un
Profesor a quien respeto mucho en sus opiniones, es la “tierna podredumbre que
ha crecido” y la “primavera estudiantil que está floreciendo”. Esperemos que no
se marchite por el camino.
Finalmente, les
dejo esta frase dicha por George Orwell, autor del libro “1984” sobre el valor
de la libertad: “la libertad es el
derecho de decir a los demás lo que no quieren oír”
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