Por Salvatore Brienza
Hace
un tiempo atrás, hablando con una de las autoridades de la Universidad Nacional
del Este, me preguntó: ¿Cuál es tu percepción sobre la imagen que tiene
la sociedad sobre la UNE?
En
aquella ocasión, fruto de la coyuntura política universitaria, mi percepción no
era del todo positiva. Lógicamente, desde las protestas estudiantiles del
2015/2016 hasta la fecha, y luego del “absurdo sumario” y “castigo
ejemplificador” a los alumnos que reclamaron "una educación de calidad, un mejor manejo de los recursos públicos, el proceso transparente
en la concesión de las cátedras y por sobre todo, terminar con el nepotismo y
el prebendarismo político", mi percepción sigue estando dentro del rango de la
decepción.
Muy
poco se ha hecho en las facultades de la UNE. Salvo alguna
unidades académicas, entre ellos la Escuela de Postgrado, donde hay procesos un
poco más transparentes y positivos en términos académicos.
Pero
mi reflexión va por un detalle que surgió en estos días y como siempre “me lo contó
Facebook[1]”.
En
este sitio, se habla del “Dia de la Buena Vecindad” por el
aniversario de la Facultad de Filosofía, cuyo coordinador del proyecto destacó
la cantidad de parejas que se casaron en la facultad, los que renovaron sus cedulas,
recibieron atención de servicios médicos y la entrega de “1000 abrigos para los
más necesitados”. Incluso destacan la presencia de “estudiantes y docentes de
la UNINTER”, cuyas
carreras, ligadas a la Salud Pública, están siendo, fuertemente, cuestionadas por
el Consejo Nacional de Educación Superior[2].
Pregunto. ¿Por qué no se les convocó a los
estudiantes y médicos de la Facultad de Medicina de la UNE para el servicio? ¿No
tienen capacidad para realizar ese tipo de tareas? ¿O no estaban de acuerdo con
ser “utilizados políticamente”?
Lo
que sí llena de vergüenza y en particular, no creo que sea destacable ni en términos “académicos, filosóficos, psicológicos, pedagógicos o matemáticos” sean
los servicios de “peluquería y manicure”.
Entiendo
que un servicio gratuito debería alcanzar a todos los que no puedan pagarlo,
pero hacerlo dentro de la Facultad de Filosofía, donde básicamente, los
estudiantes y docentes deberían de estar discutiendo temas más importantes que “el color del esmalte, o el tipo de peinado
que se van a hacer los vecinos”.
Por
qué no hacer unos seminarios para los vecinos sobre ¿Qué es la ignorancia? ¿Cómo
superar la mediocridad? ¿Cómo detectar la manipulación política en los
discursos de los candidatos?
Con
talleres y debates sobre ¿Cuál es el tipo de barrio que queremos? ¿Quiénes deben
gobernarnos? ¿Cómo controlar los gastos del Municipio? ¿Cómo reclamar la
transparencia en uso de fondos públicos? ¿La filosofía en la práctica? ¿Qué debemos
hacer como ciudadanos para mejorar la educación de nuestros hijos?
Supongo
yo, que ese tipo de cosas es sólo de “marxistas y comunistas”.
Sin
embargo, muchos de estos docentes, que se vanaglorian de hacer “un servicio
social” deberían saber que tanto la psicología, filosofía, historia, educación,
letras e incluso las matemáticas son atravesadas por la “dialéctica de Hegel,
la alienación del capitalismo u otras teorías bien ocultas en los “libros nunca
abiertos” por algunos docentes. Es peligroso abrir la mente de los alumnos.
De
estas cosas no se puede hablar en la Facultad de Filosofía. Ahí, los que
critican son “revolucionarios y patoteros” y los que “apoyan a las autoridades
son buenos y ejemplares alumnos”.
Volviendo
a la primera pregunta, que inicia este artículo de opinión, solo me queda
decir: “Hay mucho todavía por hacer en términos académicos. Hay mucha pobreza
intelectual y la sociedad percibe la imagen que transmiten las distintas
facultades de la UNE, en especial, la de Filosofía”.
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