La ética periodística
representa un conjunto de códigos que regulan la conciencia profesional de un
comunicador.
Hace unos
días atrás, buscando pensamientos sobre la ética y el periodismo me quedé con
el artículo de Francisco A. Rizzuto en donde hace un recordatorio sobre lo que
decía el papa Juan Pablo II: “Entre evangelizar y comunicar existe una analogía
ya que ambos buscan decir la verdad o acercarse lo más posible a la realidad. E
insiste que cuando un comunicador agarra la pluma no lo haga para uso exclusivo
sino para un bien común”.
A esto
también agrego lo que decía Gabriel García Márquez: “El único consuelo que nos
queda es suponer que estas transgresiones éticas, y otras tantas que avergüenzan
al periodismo de hoy, no siempre es por inmoralidad, sino por falta de dominio
profesional”.
Entonces
me puse a analizar los programas informativos y a los periodistas reconocidos
de la televisión. En los noticieros claramente se aplica la teoría culturológica
de Edgar Morín, en el cual unen lo real (información) más la ficción (imaginario),
y la noticia se envuelve con elementos novelescos; y los periodistas se
“confunden” y asumen el rol de animadores.
En los
programas de análisis sobre un tema de interés público, durante el desarrollo,
la presentación del material audiovisual; cortan el enfoque para sus auspiciantes
y rompe todo lo serio. Esto se volvió una exigencia de las marcas justamente
por la credibilidad del comunicador.
Estas
faltas hasta se pueden “justificar” ya que es lo que vende o es lo que el
público quiere ver. Lo que no se puede justificar es que olvidaron la pasión de
ser periodistas que es contar historias, y hay muchas historias por contar y
que ni se cuentan; enfatizan las mismas noticias con diferentes protagonistas,
cambian el titular y los zócalos; quien se encarga de contar las noticias
buenas, los proyectos; quisiera saber si hoy existen periodistas que salen a
las calles en busca de noticias que realmente pueden impactar a la sociedad.
Todos
conocemos quienes manejan los medios de comunicación, y que cada medio tiene
una postura y está bien; lo penoso es que como hay intereses de por medio, se
percibe la rivalidad que existe entre las cabecillas; y los periodistas actúan como
los soldaditos.
Y me
vienen a la mente varias preguntas: ¿Existe la libertad de prensa?; ¿Son periodistas
sin moral?; ¿Los medios de comunicación están polarizados?; ¿Existe la
objetividad?; ¿Cuál es la realidad?; ¿Son críticos de su trabajo?
A pesar
de todo, sigo creyendo que existen periodistas comprometidos con el oficio y
aunque haya una estructura impuesta, buscan un periodismo emprendedor que rompe
paradigmas. Creo que con nuestra pluma seremos parte de la construcción de una
sociedad que piensa.
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