Por Titus Benítez
Hace más
tres meses que un medio de prensa publicó varios audios donde se comprobaba lo
que siempre supimos. La justicia está podrida porque se maneja al antojo de un
grupo de políticos que usan sus fueros a beneficio propio.
¿Cuáles son
los resultados hoy? Un senador “echado” del parlamento, otro senador que
renunció, un secretario con libertad condicional y un diputado a quien se le
retiró los fueros. Nada más.
¿Esto
es mucho? Para quienes nunca tuvimos
justicia, sí. Nunca un senador fue rajado de esta forma. Una humillación
pública y más aún para quien se creía amo y señor del Jurado de Enjuiciamiento
de Magistrados. Nunca se vio tan
embretado un senador, quien tuvo que pedir clemencia para que se acepte su
renuncia. Y se fueron, el problema es que pueden volver.
Por el
momento, solo un ex secretario, que al parecer tenía más poder que toda la
Corte Suprema de Justicia, esta guardando prisión domiciliaria. Da
la impresión que sólo él pagará el plato roto.
Volviendo a
la pregunta de si esto representa mucho. No. En definitiva no. Es evidente que
sólo se busca calmar las aguas hasta que surja otro escándalo o los medios se
concentren en otros temas y así puedan respirar.
¿Esto
ocasionará cambios reales y profundos? No. Nunca. Tanto González Daher, como
Oviedo Matto o Fernández Lippman son meros “fusibles” de una estructura
corrupta gigantesca que se ha instalado en el país. Ni con la salida de dos políticos del senado,
ni la condena a un secretario harán que
cambie toda la justicia en este país. A
leguas se nota que la fiscalía no hará nada. Al contrario, es probable que
muchos sean los protegidos, como siempre hemos sospechado.
Señores, la
fiesta continúa y continuará. Disculpen que sea tan pesimista, pero no existe
viso alguno que esto cambie como esperamos. No hace falta que discutamos que los partidos
políticos pondrán en riesgo las elecciones del 22 de abril sin importar las
consecuencias. Simple. No quieren cambios. Quieren ganar y nada más.
Y la fiesta
continuará porque es probable que los políticos a quienes descubrimos
traficando influencias sean nuevamente “honorables senadores de la Nación”. Sí
señor. Así como usted leyó. Tendrán un
salario de primer mundo, una camioneta del año, combustible para recorrer cinco
veces el país al mes, guarda espaldas a discreción,
seguro privado de primer nivel, fueros como corresponde porque es un honorable congresista, sacrificado y
servicia. Trabajará una o dos veces por semana. Tendrá tres meses de
vacaciones. Y lo más probable, continuará traficando influencias.
Ah… y casi
olvidaba. Todo a costa de nuestros impuestos, amable lector. Sí, a nosotros que casi no nos alcanza el sueldo. Que no nos
perdonan ni un centavo cuando cobran impuestos. Que tenemos que formar
interminables filas cuando estamos enfermos.
Y la fiesta
continúa porque tenemos aún en el país a ciudadanos que votan, pero no eligen.
O directamente ni participan en una contienda electoral.
La fiesta en
definitiva continuará señores. Si no hacemos nada el 22 de abril o no expresamos
como ciudadanía nuestros descontentos. Así
que dudo mucho que estén muy preocupados los que usan el estado como su cosa
privada. Pensemos. Analicemos. Discutamos. Actuemos. Caso contrario, será una
mera anécdota más, de las tantas que ya tenemos.
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