En Paraguay
la política en gran medida, a lo largo de su historia, se ha desarrollado como
un elemento pasional que aglutina a las masas. Las ideologías, los principios y
fundamentos se constituyen en una especie de
ropaje legal que justifica cierto accionar; pero en sí, no constituyen
elementos que establezcan un norte para sus afiliados.
En nuestro
país la realpolitik es el verdadero
factor de las movidas políticas, con la salvedad de que los intereses
defendidos, casi siempre, no son los intereses de la nación, sino de grupos
poderosos en constante relación de
fuerzas.
La realpolitik
es la política de lo inmediato, de lo coyuntural teniendo en cuenta el entorno y los intereses
de un país para establecer un equilibrio que permita la gobernabilidad y la satisfacción de los intereses y deseos de
los diversos actores, al menos así fue pensada en contexto de la Pre Primera
Guerra Mundial.
Causa
preocupación que los diversos actores políticos, enfrascados en sus luchas,
deseos e intereses, posterguen de una
manera abierta la construcción de un proyecto político que realmente pueda beneficiar
a los ciudadanos en general.
Desde el
2012, asistimos el marcado y rápido deterioro de las instituciones
republicanas, programado y ejecutado
sistemáticamente por individuos con nula vocación política y con un alto
desprecio por la institucionalidad.
A pocos días
de las elecciones generales y analizando los intensos movimientos podemos
constatar que todo al final se trata de posicionamientos estratégicos dentro
del futuro esquema de poder, pero en definitiva no existen propuestas de
gobierno y acciones a ser implementadas a favor de la ciudadanía
Todos se
posicionan enmarcados en alianzas impensables y “abrazos imposibles”.
La ética política en Paraguay es un mero elemento decorativo y discursivo al que se le puede encontrar “la vuelta” cuando la coyuntura así lo exige.
La ética política en Paraguay es un mero elemento decorativo y discursivo al que se le puede encontrar “la vuelta” cuando la coyuntura así lo exige.
La victoria
de Mario Abdo en las últimas internas del partido colorado se debe al discurso
de rechazo al modelo cartista de gobernar. Un rechazo que comparte una amplia
mayoría del electorado paraguayo, aunque en la actualidad el victorioso es
absorbido por el derrotado. Una alianza estratégica teniendo en cuenta la
estructura estatal como factor determinante para la victoria electoral.
Pareciera ser que las categorías y la lógica
de los partidos tradicionales aún no se han actualizado teniendo en cuenta que
el electorado paraguayo ha desarrollado
una mayor conciencia democrática. Ya en el 2008, contra todo pronóstico, se
pudo vencer al partido colorado y en otras elecciones de menor rango la
oposición pudo ocupar espacios que estaban en manos coloradas, como es el caso de la intendencia de
Asunción.
Los
ciudadanos tenemos que seguir bregando
para que la política no sea
bastardeada por coyunturas espurias. La ética política, como materia pendiente,
debe ser instalada para fijar el accionar político de todos los que estamos
involucrados en la construcción de un
mejor país.
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