En el
contexto de las elecciones, y las diversas campañas políticas, afloran en el
Paraguay sentimientos emocionales en torno a las preferencias políticas de los
electores, llegando a polarizar las tendencias y anular todo razonamiento
objetivo, que podría permitir una
elección, en base a propuestas y
proyectos de gobierno.
Desde esta
perspectiva, los candidatos más representativos construyeron sus campañas
electorales buscando desprestigiar de diversa manera al contendiente, despreocupándose en gran medida por presentar
planes futuros de gobierno.
Este juego
de desprestigio se reproduce en todas las esferas sociales, constituyéndose
luego en una visión maniquea, llevando
al extremo las polarizaciones sin posibilidad de retorno alguno.
De estas
polarizaciones y emocionalismos colectivos se sirven los partidos tradicionales
para mantenerse y fortalecerse en el poder y también, a partir de estos
elementos, se ataca y ningunea toda voz disidente o crítica. Es impresionante que
profesionales de alta formación intelectual militen en las filas de estas
nucleaciones justificando, e inclusive legalizando, dichas estructuras salpicadas por hechos
innegables de corrupción.
Los diversos
candidatos de los partidos tradicionales están salpicados de denuncias de
corrupción lo que en cualquier sistema político, medianamente sano,
constituiría al menos un elemento ético de impugnación. Pero en el Paraguay se
presentan y son elegidos sin empacho alguno; lo que es un claro ejemplo de
desprecio por la justicia y la ética,
imprescindible en un sistema democrático.
http://www.heelhardlopen.nl/een-leuk-rondje-plannen/ |
Desde el
2012 asistimos a una marcada destrucción de la institucionalidad republicana y
una constante violación del estado de derecho expresado en el ninguneo de la
Constitución de 1992. Tal es así, que surgen
solapados abusos de poder hasta
abiertas expresiones que violentan libertades ciudadanas básicas.
Hace seis
años, en un foro, Milda Rivarola en el contexto del Juicio Político a Fernando
Lugo, expresaba cómo se rompía el Contrato
Social de 1992 y se la sustituía por un
modelo anterior. El año que viene, en el contexto de una posible Constituyente,
tal sustitución podría completarse, lo que nos devolvería a una nueva forma de
dictadura.
Como en
épocas anteriores, el sistema democrático está en crisis y los que saben de
historia sabrán las consecuencias
nefastas de tal crisis.
En esta
coyuntura, los diversos operadores
políticos opositores tendrían que
plantear primero una autocrítica que posibilite una nueva forma de oposición
basada antes que nada en el interés colectivo por sobre intereses grupales o
individuales.
http://www.viviragradecidos.org/esperanza/ |
Es necesario
volver a enseñar ideas como Democracia, Estado de Derecho, Constitución en el
contexto actual ya que al parecer hay confusiones o desconocimientos al
respecto lo que posibilita el retorno de los heraldos negros del pasado.
También los
militantes de los partidos tradicionales deben comprender que la política no se
construye sobre la base de tratos leoninos entre correligionarios, sino en una
búsqueda constante y permanente del bien común.
Política no
es pasión, es razón; no es tradición ni pasado, es presente y futuro; no es un deporte que separa ganadores de
perdedores, es mancomunar esfuerzos y
encuentros en pos del bien.
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