Cuando se dice: "Hay que entrar en la política para cambiar la sociedad", tiene algo de cierto y mucho de mentira. La política, es el arte de actuar (acción) en bien de los demás sin buscar un beneficio personal.
Hay por ahí una frase que dice "si los políticos tanto quieren ayudar a la sociedad, porqué cobran un salario?"
Entonces, no es ayuda. Es un trabajo. Y al trabajar, las responsabilidades no son colectivas, son individuales. Y deben responder por esa responsabilidad.
Los hombres (varones y mujeres) que ingresan a la política, en principio, hacen el discurso "bonachón, creíble e incluso, moralmente, sano". Pero ni bien llegan a sus objetivos electorales, reman en la misma dirección de lo que tanto criticaban.
El "gatopardismo" que dice "cambiemos todo, para no cambiar nada" es un clásico de la política criolla.
La izquierda viene sufriendo ataques sistemáticos de distintos sectores políticos, sociales e incluso empresariales. Para la sociedad paraguaya, en general, el discurso de izquierda es molestoso. Porque trae consigo la defensa a las clases desposeídas, al medioambiente, los indígenas y la crítica social y política que incomoda.
Lo paradójico es que "mucha de esta crítica" viene de personas que en su vida particular siguen siendo explotados, excluidos o, en muchos casos, beneficiados con el prebendarismo y la corrupción de los sectores tradicionales de la política nacional.
En estos últimos días, la novela "Camilo Soarez vs. P-MAS" ha sido caldo de cultivo para seguir destrozando las ideas de la izquierda soñadora.
Para nuestro país, ser de izquierda es ser comunista. Y siendo comunista, sos lo peor que puede existir sobre la faz de la tierra. "Por algo Stroessner los persiguió" dicen los más ignorantes.
Sin embargo, nuestra sociedad es, profundamente, comunista.
Vivimos en comunidades cuya estructura social está basada en la solidaridad. Hacemos pollada, rifas, bingos o hamburgueseadas para enfrentar todos los problemas que el estado no puede resolver.
La precariedad de las instituciones estatales es suplida con trabajos comunitarios, comisiones barriales u organizaciones sociales que enfocan el trabajo en resolver diferentes situaciones.
Pero no, la izquierda es mala. Los comunistas son "comedores de niños y bebedores de sangre".
Son formas de ver la vida y nuestra sociedad necesita ser más transparente y, moralmente, honesta.
No echemos la culpa, solamente, a la izquierda. Al final, el único gobierno de "izquierda" (pongo entre comillas, porque había actores de izquierda, pero fue más eclesial y pontificio, que otra cosa) fue el de Fernando Lugo.
Por algo, los sectores reaccionarios de derecha, consiguieron tumbarle usando el caso Curuguaty como argumento.
La izquierda es necesaria y urgente. Pero se debe construir una imagen más moderna y que se despegue del modelo "criollo" de hacer política.
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