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viernes, 27 de marzo de 2020

COVID-19, no todo acaba aquí.

Por Salvatore Brienza
Nadie entiende lo que está sucediendo en el gobierno central.
Pero, evidentemente, hay un sector que no está interesado en seguir las recomendaciones de los expertos en Salud.
Para el empresario paraguayo, la muerte de un obrero, empleado o colaborador es insignificante, pensando en las pérdidas que acarrea para su negocio la paralización de la economía.
"Marx distingue en toda mercancía su valor de uso de su valor de cambio. El valor de uso es el valor que un objeto tiene para satisfacer una necesidad. ... La fuerza de trabajo tiene un valor de cambio (el sueldo que recibe el trabajador) y un valor de uso (su valor para producir otras mercancías)"
Una persona, como dice Marx, tiene un valor de uso y es el valor que ese empleado posee, en tiempo, conocimiento, habilidad o simplemente, mano de obra, para generar ganancias al empleador.
Un obrero muerto, es una pérdida de mano de obra. Pero, para el empresario, es una oportunidad para "cambiar" al personal y adquirir nuevas "piezas" en el engranaje de explotación.
La enfermedad,  no es motivo para ausentarse del trabajo.
Y, aparentemente, tampoco una Pandemia.
Las medidas tomadas por los doctores Julio Mazzoleni, Guillermo Sequera y Juan Carlos Portillo para evitar la propagación del Covid-19 están dando sus frutos.
La población ha acatado las decisiones ministeriales como si estuvieramos en una guerra. En el fondo, estamos en Guerra contra un enemigo brutal, la ambición desmedida del empresariado. Salvo raras excepciones.
Las ganancias que ellos tienen haciendo negocios con el estado es incalculable. Hace unos días, se dispararon los precios de los tomates, cebollas y otros productos que el Paraguay ya no produce en la cantidad suficiente para abastecer y autosustentar el mercado interno. Porqué? Porque el empresario, prefiere comprar del extranjero todo, y dejar de lado la producción nacional.
Me temo que las últimas decisiones tomadas por el Gobierno Central han sido impulsadas por sectores productivos que solo prefieren el lucro antes que la salud de la población.
Dejemos de ser hipócritas.
Los empresarios tienen miedo que el Estado les quite los privilegios que ellos tienen, y que consiste, en poner a políticos en el gobierno y poder manejar a su antojo la economía.
Cuando la población empezó a entender que el estado puede funcionar con menos cantidad de empleados, con 20% menos de los salarios de los funcionarios públicos, o con la posibilidad de reducir la cantidad de senadores y diputados, dieron el grito al cielo y se liberaron las restricciones de aislamiento social, cierre de frontera y por sobre todo "aplanar la curva".
Ahora que se concedieron las licencias para hacer análisis de COVID-19 en laboratorios privados, levantan las medidas restrictivas. Hay que producir demanda en el mercado de los test laboratoriales.
Veremos qué pasa. Esperemos no llegar a los niveles de desesperación de Italia, España o Estados Unidos.

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