Por Virgilio Cantero
En telefuturo, en un programa de farándula plantearon la pregunta: Stroessner, ¿héroe o villano?, lo que ha generado una serie de controversia mediática y hasta intervenciones de organismos de DDHH.
Hannah Harendt, en el marco del juicio a Adolf Eichmann planteó la idea de la banalidad del mal al analizar la conducta del procesado durante su desempeño como funcionario de la maquinaria nazi enfocada en la solución final.
La banalidad del mal a grande rasgo resalta la actitud del individuo empeñado en seguir las reglas y las normas de un sistema sin preocuparse por la naturaleza y consecuencias de sus actos, pudiendo ser estos el sufrimiento, la tortura o muerte de seres humanos.
En la actualidad, en el marco de las redes sociales y los medios masivos de comunicación se dan posibilidades reales de libertad de expresión y en ese contexto los tratamientos de temáticas sensibles muchas veces se banalizan, sean por opiniones fanáticas, acríticas o direccionamiento interesado de cierto sector.
El dolor ajeno, el sufrimiento del otro, ya no nos interpela ni mueve nuestra compasión, más bien nos impele a compartir en nuestras redes para contabilizar los Like y vistos que nos afirman muchas veces de manera narcisista en el virtual e irreal espacio de redes sociales.
Sin ahondar en la controversia o en los debates suscitado quiero hacer un análisis rápido del espacio en donde surge este planteo y el tratamiento que se le ha dado.
La pregunta del programa farandulero, pone en tela de juicio hechos objetivos debidamente documentados de las barbaridades cometidas durante la dictadura con un tratamiento banal, lleno de lugares comunes en un espacio televisivo impropio para un abordaje tan serio.
Este planteamiento desnuda el rostro real de la prensa corporativa y sus diversos métodos de instalar ideas tendientes a legalizar, normalizar o aceptar hechos, personas y situaciones que configuran practicas criminales.
Supone también los intentos de los poderosos por borrar de la memoria colectiva los crímenes del cual son herederos y beneficiarios, buscando hoy el blanqueamiento que permite el olvido a través de la banalidad.
La farándula, donde el morbo y el amarillismo es el producto de consumo masivo no puede ser el espacio donde se dilucide una pregunta que a más de retórica es falaz y mal intencionada
Por una ética mínima de prensa, un hecho histórico que ha generado el dolor y sufrimiento de muchos ciudadanos paraguayos no debería ser abordado tan a la ligera en aras de polémicas vacías o pico de rating efímeros.
Sigue siendo válido el llamamiento de Hannah Harendt para estar atentos a toda banalización del mal, muy recurrente en la sociedad occidental y más que nunca en esta compleja situación de pandemia en la que estamos, donde vemos el surgimiento y fortalecimiento de gobiernos fascistas, culpables directo de la muerte de miles de personas, anteponiéndose lo económico a vida misma y lo peor muchas veces decidiendo quienes van a morir basado en su posibilidad productiva.
En nuestro país, donde la dictadura nunca fue erradicada y cuyos resabios aparecen con más frecuencia se torna necesario el ejercicio de la opinión crítica, la memoria y la lucha contra toda banalización del mal, más aún el de la dictadura.
Finalmente es válido repetir, DICTADURA NUNCA MÁS, NI OLVIDO, NI PERDON.
No hay comentarios:
Publicar un comentario