Por Salvatore Brienza
Cuando se piensa en las fechas de cumpleaños, siempre pensamos en que se festeja un año más.
Hay otros
que piensan que es un año menos.
Cuando uno
es joven, allá por los 15 a 25 años, no piensa tanto en que hará cuando tenga
50 años.
Hay otros,
más proactivos que diseñaron su vida para estudiar, trabajar, ganar dinero,
vivir con comodidad y disfrutar de una vejez, observando a los nietos crecer.
Todo bien ordenadito y disfrutando de la vida.
Sin embargo,
hasta ahora no sé en qué categoría estoy. A pesar de que hoy cumplo 50 años.
Nací en el
IPS de Asunción un 7 de agosto de 1971. Dicen que era sábado, como hoy.
Como todos
los seres humanos, no recuerdo nada de mi nacimiento. Algunos filósofos ,
ocultistas y gurúes dicen que es porque el espíritu se materializa y al salir
del cuerpo de la madre, se borran todos sus registros anteriores para ganar
nuevas experiencias en esta vida. Teorías, Doctrinas, creencias, lo que sea. Es
válido. Pero hay una frase que dice “Cuando yo
nací, todos reían y yo lloraba…,”
Según tío Oscar, en la casa de mi abuela materna, en
Trinidad (Asunción) todos estaban felices, pero él no quiso saber nada de su primer sobrino…, porque
su escuela, la República Oriental del Uruguay, perdió un partido de fútbol, y
no estaba muy contento por eso. Quizás por eso no me gusta el futbol, aunque
somos fanáticos con tío Oscar del mismo club.
Me llamo Silvio
Luis Benítez López.
Silvio, por mi papá y Luis, por el hermano mayor de mi mamá, que también es mi Padrino de bautismo. Es decir, soy Silvio Benítez y también Luis López, lo que me encanta, porque es como si nada fuera casual.
Según Mamá, me dijo que uno de los nombres que estaban pensando era Silvio Alberto o Luis Alberto…., lo que tampoco iba a ser casual.
Nací en el día de San Cayetano, y si me llamaba Cayetano, no iba haber problema, uno de los mejores jugadores de futbol de Paraguay y técnico de la selección se llamaba Cayetano Re. Tampoco sería casualidad.
Ahora muchos me conocen como Salvatore Brienza, que es el seudónimo periodístico que me impuse para usar en mis publicaciones, tampoco es al azar, porque las iniciales SB coinciden con Silvio Benítez.
Además, en mi familia paterna abundan
los apellidos italianos, están los Brienza, los Salvatore y los Masi. Así que hay
mucho por investigar, contar y recontar en mi familia.
Bien, esto
es solo una introducción para descubrirme en estos 50 años.
Un año atrás,
cuando se decretó la Pandemia, entre en el baño de mi casa y lloré. Los que
siguen mis escritos saben el porqué.
Una de las
razones era el temor a que todo el mundo se viniera abajo y se desate el caos
apocalíptico, o que yo no pudiera soportar las muertes que podrían darse no
solo en mi familia más cercana, sino en los alrededores.
Estos 50
años me toman con alegría y tristeza. Una de cal y otra de arena,
Alegría,
porque en estos días, meses, años, He visto nacer a mis hijos, sobrinos,
sobrinos nietos, etc., he podido retomar antiguas amistades, alejadas pero no
olvidadas, por esta pandemia que nos aisló de todo y de todos.
Tristeza, porque en estos días, meses y años, he visto a muchos de mis familiares y amigos partir antes. No pienso entrar en los recuerdos tristes, pero si quiero que sepan que ninguno de ellos es olvidado, porque cada uno de los que formaron parte de mi vida, aunque sea por un segundo o una mirada, han construido mi visión del mundo.
Mucha gente ha sido solidaria conmigo en estos 50 años, desde familiares, amigos y desconocidos hasta aquellos que se comprometieron conmigo en mis proyectos y me apoyaron soportando las ideas, las críticas y mis razonamientos, que en muchos casos no eran iguales a los suyos.
Muchas gracias por leerme, y gracias por ser como son…, conmigo y con mi familia.
A muchos, quizás
no los recuerde por sus nombres, pero cuando los recuerdo o los veo…, alegran
mi alma.
Dicen que
luego de los 50 años empezamos a bajar de la montaña, hacia el valle, allá
donde ricos y pobres tenemos la misma belleza y vestimos las mismas ropas y yo
creo que es así.
Aun así, estuvieron a mi lado.
Muchas gracias. A los que me prometieron y no cumplieron,
también les agradezco…, porque “Dios no
juega a los dados” y por algo paso lo que paso.
No voy a
citar a nadie, para no olvidar, y porque cada uno sabe cuán importante es en mi
vida...., por eso..., vamos a
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