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viernes, 10 de diciembre de 2021

IMPUNIDAD, LA GRAN DEUDA

Por Salvatore Brienza

Estamos entrando en los últimos días del año 2021.
No es fácil evaluar este segundo año de pandemia, porque transitamos entre el dolor y la alegría.
El dolor de perder amigos, familiares y conocidos, en distintas circunstancias, pero más doloroso cuando la muerte estuvo ocasionada por el Covid.
Alegría, sí. También hubo alegrías, porque de alguna manera pudimos acercarnos de nuevo a nuestros familiares después de acceder a las vacunas contra el Covid. Ese es el gran paso.
Hay mucho por analizar y discutir, pero más hay para reflexionar.
Luego de estos casi dos años de pandemia, el país está saliendo lentamente de su letargo.
El encierro fue necesario. No teníamos hospitales, medicamentos, ni personal de blanco suficiente para enfrentar la pandemia. Hoy, estamos mejor que ayer.
Los Seguros Médicos "High Level" no ofrecían garantías en caso de pandemia. Ninguno de los sanatorios y hospitales privados era capaces de cubrir el tratamiento contra el COVID, sin dejar en la quiebra a la familia del paciente. Y ocurrió en muchos casos.
La única salvación para la población era y seguirá siendo el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, y el Instituto de Previsión Social, mal que le pese a muchos empresarios que quieren dilapidar los fondos jubilatorios.
Todos sabían, y sabíamos, que en este país no había más de 200 camas de UTI. Que siempre estaban colapsadas por "motociclistas y cardiacos".
Cuantas veces no escuchámos que se hacían campañas, en los medios de comunicación, para "conseguir camas de UTI". Las polladas para comprar platino o pagar medicamentos de accidentados, eran la constante en los barrios.
Por esta era la realidad, y por esas cosas, nos encerramos. Para no colapsar.
Ahora, muchos dirán que no fue necesario. Que la economía, que los empleos, que el Producto Interno Bruto, que "la mar en coche". 
Sin embargo, a pesar de que la población consciente cumplió con los protocolos de la Pandemia, la corrupción no paró. 
Los delincuentes igual siguieron negociando con el dinero del pueblo. Igual seguíamos teniendo planilleros en los entes públicos. 
Igual se negoció con las "ollas populares", con los "kit de alimentos", con la "merienda escolar", con el "combustible", los "viáticos", etc.
Todo siguió "normal" en la "anormalidad", bajo la excusa de la pandemia.
Esta cuarentena desnudó la corrupción que había y, probablemente, sigue habiendo en el entorno de la medicina; detrás de los medicamentos, los hospitales y el negocio de la "derivación de pacientes de sanatorios públicos a los sanatorios privados". 
Y los "avivados" hicieron de las suyas.
Desde el contrabandista que nunca dejó de meter mercadería en plena pandemia o el empresario que iba y venia a Brasil, por el Puente de la Amistad, con la anuencia de los militares de la frontera.
Del funcionario público que buscó una manera de robar del kit de alimentos a su "rapicha mboriahu".
O el funcionario de la binacional que figureteaba con las ollas populares, llevándose el crédito de organizar y distribuir alimentos en su barrio o comunidad, para luego informar el "inmenso trabajo realizado".
De a poco, durante este 2021 volvimos a la "normalidad" de los discursos demagógicos de políticos, senadores y diputados, concejales e intendentes y hasta tuvimos elecciones internas y municipales.
Además, este año nos enseñó varias cosas.
Que NO hay dinero para que el común de la gente pueda disfrutar de buena salud y educación, pero sí para "regalar a los partidos y movimientos políticos".
Que NO hay plata para aulas y hospitales, pero sí para aumentar el gasto público aumentando el salario de los parlamentarios, sus secretarias y secretarios privados o los familiares y amigos del estado.
Que NO podemos asegurar la venta de la producción fruti-horticola de nuestros productores, porque el "negocio del contrabando" se las ingenia para seguir empobreciendo al campesino y enriqueciendo al empresario "amigo del poderoso" que controla aduanas, puertos y las fronteras.
Que NO tenemos dinero para aumentar el salario a docentes y médicos que ganan una miseria, pero que en esta pandemia, nos demostraron -algunos- que hace falta mucho aún en materia de formación y beneficios para que ellos se conviertan en los articuladores del cambio en la sociedad.
Es por eso que debemos mirar hacia el futuro pensando que:
- Una población educada, formado en el pensamiento crítico, en la reflexión, capaz de comprender lo que lee y por sobre todo, libre de tomar sus propias decisiones, siempre será el generador del cambio en la sociedad. 
- Una población sana, que tenga acceso a centros hospitalarios con equipos de primer mundo, personal capacitado y bien pagado y, por sobre todo, con medicamentos suficientes, siempre será más fuerte a la hora de enfrentar las grandes crisis económicas y/o sanitarias.
Lo que más debemos exigir a nuestras autoridades es. 
Salud y Educación, porque son los dos pilares básicos para tener una población que mira al futuro. Es responsabilidad del estado garantizar que sigamos avanzando en estos dos temas importantes.
El tercer pilar, que depende en gran medida de la ciudadanía, es acabar con la IMPUNIDAD.
Mientras los corruptos sigan robando las arcas públicas y disfrutando del botín sin siquiera pisar la cárcel, todo estará perdido.
El gran cambio vendrá sólo con la consciencia del ciudadano.
Hagamos el REINICIO..., no debemos tener miedo al cambio.
Que el 2022 sea venturoso para todos.

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