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miércoles, 3 de agosto de 2022

EL RECESO COMO ESPACIO DE APRENDIZAJE

Por Tito Benítez - Psicólogo

El niño, como sostiene Montessori en su libro “La mente absorbente del niño” se encuentra en un período sensible de aprendizaje. Cualquier tipo de estímulos lo absorbe como esponja, sea desde la forma en que se utilizan las palabras, la intencionalidad, las conductas repetitivas frente al niño, la actitud ante ciertas circunstancias, la forma que lo tratan, el modo en que abordan sus preguntas; en fin, todo es importante. Por ello es prioridad cuidar estos detalles.

El receso, o recreo como algunos conocen, también es un espacio donde el niño continúa su proceso de aprendizaje. Esto no se limita sólo a las clases, ni a lo que dicta la profesora, ni se suspende en horarios libres. Todo momento es oportuno para el aprendizaje. He ahí la importancia de organizar bien las actividades y cuidar los espacios para que se garantice qué mensaje es el que debe y puede recibir ese niño en la institución donde nos estamos desempeñando como maestros.

En este sentido, el receso no es un punto a parte al proceso de educación. El receso es parte importante del espacio de aprendizaje. En esos pocos minutos el niño continúa aprendiendo. No sólo es un tiempo para descansar el cuerpo y la mente de una determinada rutina.

Su cerebro se encuentra en la continua búsqueda de conceptos, imágenes, informaciones, ideas, busca conocer todo lo que esté en sus manos. La curiosidad es innata en el ser humano y eso se resalta, principalmente, cuando uno es niño. Por algo se denomina la edad del filósofo. Es cuando te pregunta de todo y se frustra cuando los adultos no sabemos contestar a sus cuestionamientos.

El receso es un espacio vital para el niño. Aprende a desarrollar las habilidades físicas, que beneficia el crecimiento y el desarrollo. Experimenta una rutina, que le será muy útil, no sólo como alumno; sino, especialmente, cuando sea adulto.

Sin embargo, el receso no sólo es eso. Es por sobre todas las cosas un espacio donde se desarrollan sus habilidades sociales. Es decir, a hacer amigos, reconocer reglas, compartir con otros, aprender juegos, aprender a ganar, a perder y una infinidad de situaciones que le serán bastante útiles si sabemos aprovechar estos momentos como momentos de enseñanza y aprendizaje significativos.

El receso es un espacio donde el niño aprende a convivir con el otro, es una habilidad para la vida. Esto parte de la idea de que el niño no solamente va a la escuela para aprender a leer y a escribir, sino para ser buen ciudadano, buena persona, que aprenda a disfrutar estar con los demás, respetando las ideas y particularidades. Es decir, a aceptar y a aceptarse frente al otro. Es una habilidad en constante desarrollo.

Es importante que las instituciones se pregunten cómo están abordando los recesos o los momentos recreativos. O si surge una situación, qué reflexiones y cómo abordamos los adultos determinadas sucesos planteados.

Recordemos que los profesionales de la educación somos nosotros y en parte es nuestra responsabilidad que aprendan a convivir, a discutir, a plantear ideas, situaciones, superar sus diferencias y respetar las individualidades.

Los adultos, también, tendríamos que preguntarnos si estamos en constante conflicto con el otro, cuales son los índices de violencia, las dificultades de nuestro relacionamiento en el trabajo o, como sucede a menudo, cuales son las reales dificultades para tolerar ideas distintas a las nuestras.

Es momento para que reflexionemos qué hemos hecho como institución educativa. Si no es así, algo está fallando en nuestro modelo de educación. Quizás, no seremos los únicos responsables, pero sí podemos ser parte de la solución.

Si cada día existen denuncias sobre acoso escolar, ese reporte de la realidad debe ser planteado en un espacio de reflexión y tomar los recaudos necesarios como para que se evite y se elimine de la sociedad, no sólo por el bien de la institución, sino por el bien de la misma sociedad. No considero positivo que normalicemos la violencia como parte de nuestras vidas.  

Para finalizar, aunque el ser humano sea un animal político y social por naturaleza, requiere que se desarrollen las habilidades y destrezas sociales desde el primer momento, en los diversos ambientes de convivencia, desde el rol que cumplimos cada uno.

El desarrollo de las habilidades y destrezas sociales es constante y para toda la vida, por eso somos seres en constante proceso de aprendizaje. La pregunta es: Qué hacemos en determinados espacios y situaciones para que se conviertan en momentos significativos de aprendizaje?

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