La idea de que solo se aprende en la escuela a leer y a escribir es una cuestión que hoy en día podríamos discutir. La casa es un espacio más que importante para estimular el aprendizaje.
En la casa puede aprender a ordenar los juguetes, a usar organizadamente, a compartir con los hermanos, primos o amigos. A pedir cuando necesite algo. A decir gracias cuando recibió.
Hoy en día, la casa es el espacio más importante de aprendizaje. En ese sentido la motivación para que trabajemos en equipo es mayor. Porque los padres pueden ayudar al niño a aprender o a adquirir hábitos que más adelante le ayuden. Así como la profesora, en diálogo con los padres, discutir sobre determinadas pautas de crecimiento.
Recordemos que el niño no solo va a la escuela para aprender a escribir y leer. La escuela es un espacio donde aprende a socializar,a compartir, a hacer amigos, a respetar normas, a respetar las reglas de juego. Sin embargo, la concepción: socializar, hacer amigos, respetar normas o a respetar reglas también es condicionada por cómo la familia percibe esas ideas.
Hoy en día podemos replantear que los diálogos entre padres y docentes giren entorno a cómo desarrollar las habilidades de los niños. Llevar a cabo alianzas donde si nos damos cuenta que al niño le falta límites en la escuela o le dificulte la matemática, veamos en casa cómo le ayudamos.
En la casa podemos aprender matemática jugando. Podemos ayudarnos a contar con canciones o cualquier otra actividad donde pueda desarrollar las diversas áreas. Los juegos tienen una intencionalidad. Para el niño es un juego, para nosotros un espacio donde aprenda. Quizás no nos imaginamos cuánto el niño aprende todos los días en la casa. E imaginemos que pueda reproducir lo aprendido en la escuela. Es por eso que depende de nosotros que ese espacio sea para aprender.
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